MASON
Veo como duerme plácidamente y eso hace que mi corazón se derrita. Sufre de insomnio pero conmigo a su lado duerme bien y eso es...es muy ¿bonito?
Me hace sentir el dueño del mundo.
Sonrío viendo como frunce los labios de vez en cuando, es hermosa, muy hermosa.
Mi móvil suena y lo cojo de inmediato para que no le moleste.
—¿Declan?—susurro y salgo al balcón después de taparla con la sábana.
—Hermano—chilla haciéndome reír—Me echas de menos...¿verdad?
—Obvio—digo sin querer dañar sus sentimientos.
—¡Mentiroso!—exclama bufando—Pero te entiendo, teniendo a tremendo pivón a tu lado, es normal que no me eches de menos.
—Igual te echo de menos—confieso.
—Te creo—dice sonriendo—Bueno, cuéntame...son las 5 de la mañana ¿qué haces levantado a esta hora?
—¿Y tú?—contraataco con otra pregunta porque no quiero hablar de lo que ha pasado—Te he mandado el mensaje para que me respondas más tarde no ahora.
—Los mortales, los que no salimos con la hija del entrenador ni la que es nuestra segunda entrenadora vamos a entrenar temprano.
—¿Quieres salir con tu segundo entrenador?—pregunto divertido— Hasta donde yo sé, tiene 50 años y está casado. ¿Es tu prototipo, amigo? No me lo habías contado.
—Vete a la mierda—espeta resoplando.
Me río abiertamente mientras él refunfuña hasta que dejo de reír de golpe cuando veo como mi chica habla en sueños.
—¿Qué pasa?—pregunta Declan.
—Nada, nada.
—Vale...venga cuéntame, en media hora tengo que estar en la ciudad deportiva.
Asiento aunque no pueda verme y me siento en una de las sillas que hay.
—He tenido una pesadilla.
Escucho como bufa.
—¿En serio?
—¡Oye! Es serio.
—Mason...
—¡Pero déjame terminar de contártelo!—reclamo molesto—Ayer cuando llegamos Afrodita y yo de visitar el pueblo donde viven sus abuelos, también de visitar su fundación...
Me interrumpe con un chillido.
—¿Te ha llevado a su fundación? Si nunca lleva a nadie famoso.
—Primero, no soy famoso y segundo, soy su pareja.
—No eres famoso a su altura pero lo eres. Igual es raro...
—Fue un hermoso detalle de su parte—suspiro sonriendo mientras recuerdo todo lo que hicimos y lo bien que me lo pasé—La amo, se preocupó por todo y sí, amo ser el primero en ir a su fundación porque es una parte de ella que nadie conoce a fondo y que haya abierto su corazón para mí, es bonito.
—Ella realmente está contigo al 100. Ya no tienes tanto miedo como al principio ¿no?
Me remuevo incómodo pero le soy sincero.
—Cuando vinimos nos encontramos con Marcos.
—¿Marcos?
—Sí...Marcos Llorente.