Capítulo 7

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Adrien:
Me puse mi máscara negra, y salí rápidamente de mi cuarto, y me dirigí a la oficina, acompañado de mi mano derecha. Afuera de la oficina, vi que tres de mis hombres tenían agarrado a Nino, quien llevaba los ojos vendados, y se encontraba amordazado.

Le hice señales a Dante de que lo soltaran, y solo mantuvieran sus manos esposadas, hasta que terminara de hablar con su novia, para luego, entrar a la oficina. Alya estaba amarrada a una silla, con los ojos vendados, y su respiración era pesada. Tenía marcas claras debajo de los ojos, y sus mejillas aún se veían húmedas.

—¿Quién está ahí?—preguntó ella, con rabia—¿Qué me van a hacer? ¿Eres tú, Agreste? ¿DÓNDE ESTÁ MARINETTE? ¿QUÉ MIERDA HICISTE CON ELLA?

Quité la venda de sus ojos, y le costó un poco adaptarse a la luz. Sus ojos analizaban mi rostro, pero obviamente, no veía nada sin sus lentes, los cuales, yo traía en la mano, y se los puse.

—Disculpa la brutalidad de mis hombres—le dije, tratando de que se calmara.

—Fueron enviados por ti.

—Tranquila, no te haré daño, solo quiero que me contestes unas preguntas.

—Eres enemigo de Agreste, ¿verdad?—comenzó a hablar, y pude notar la desesperación en sus ojos—Yo también lo soy. Marinette es solo una chica inocente, a la que ese maldito le quiere arruinar la vida.

—Lo sé, y por eso la estoy protegiendo. Te voy a desatar, solo... no cometas la estupidez de atacarme.

—¿Dónde está Marinette?

—A salvo.

—¿DÓNDE?—insistió, alzando la voz.

—¡Aquí, las preguntas las hago yo, Alya Césarie!—dije, mientras la desataba.

Me alejé, y ella se levantó de la silla, mientras frotaba sus muñecas. Me observó fijamente, mientras se acercaba con lentitud.

—¡Quédate ahí!—dije, y ella se paró en seco.

—Tu voz me suena familiar... pero no sé de dónde.

—¿No te enseñaron que, si un mafioso usa máscara, no debes tratar de adivinar su identidad?

—Si me investigaste, sabes que siempre ando tras la verdad.

—No has cambiado ni un poco—dije, y solté una risita, mientras me quitaba la máscara—Al menos, es bueno saber que no todos nos convertimos en una máquina asesina, con la ausencia de Marinette.

Sus ojos se abrieron como platos, y el asombro hizo que sus manos cubrieran su boca.

—¿A-adrien?—preguntó su voz, y yo asentí—P-pero ¿qué es todo esto? ¿Qué haces con los hombres de Dupont?

—Yo soy Dupont. Necesitaba otra identidad, y una organización igual, o más poderosa que la de mi padre, si quería reunir todos los Miraculous que ese señor le robó a Marinette, y vengar su muerte, aunque me acabo de enterar que, en realidad, estuvo en coma, y bajo los cuidados de cierta periodista recién graduada.

—Sí, yo cuidé de Marinette todos estos años, hasta que el maestro Fu y yo logramos despertarla.

—Sí, ya veo lo bien cuidada que estaba, tanto que la encontré en el cementerio, frente a su propia tumba, y a la mía, llorando, y lamentándose.

—Aún te ama—me reclamó—¡Para ella, solo ha pasado el tiempo qué pasó desde que despertó! ¿No ves que sigue teniendo 17 años? Cuando le dije que te habías quitado la vida, la destrozó, y ha sido un alma en pena, desde entonces.

My Love in your Shadows [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora