Capítulo 9 🔞

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Adrien:
Era tan hermosa, divina, perfecta, demasiado perfecta para mí. ¡Mierda! Esto está mal... Me regañé a mí mismo, pero no podía parar de besarla. Sus labios eran tan dulces, carnosos, irresistibles, que me hacían querer quedarme besándolos todo el tiempo. Ya me encontraba entre sus piernas, y cada roce con su cuerpo hacía que mi erección creciera dentro de mi pantalón.

¡Contrólate, imbécil! La vas a lastimar. Estaba consciente de que no debía hacerla mía, pero la forma en la que me estaba besando nublaba mi juicio. Pero si ella quiere tener sexo... ¡No! Es casi una niña, no sabe lo que quiere, ni lo que le conviene, y tú no le convienes. Sonaba mi propia voz en mi cabeza, haciéndome debatirme entre si debía dejar que esto continuara o no.

La tomé entre mis brazos, y la llevé hasta su cuarto, cerré la puerta, y la deposité en su cama. Su pecho subía y bajaba, y sus manos se paseaban por mi torso. No sabía cómo, había acabado sin mi camisa. Sus pupilas estaban dilatadas, y podía observar sus bragas realmente mojadas. Sería un crimen dejarla así. Apuesto a que era la primera vez que se calentaba de esta forma, y ni siquiera sabía masturbarse, para calmar su deseo.

No sabría qué hacer si la dejaba en estas condiciones. Yo la había puesto en este estado, así que ahora, debía hacerla terminar, y conocía la forma perfecta de darle placer, sin llegar a tomarla.

—Siéntate, princesa—le dije, con el tono más dulce que podía poner.

No quería dejarla en este estado, y tampoco quería ilusionara, pero seguramente, era la primera vez que se desnudaba ante alguien, y debía tener tacto, y paciencia. Ella me obedeció, y pude observar que sus mejillas se encontraban realmente rojas. Cerró sus ojos cuando comencé a alzar su vestido, y alzó sus brazos, para facilitarme el trabajo.

Lancé la prenda hacia una esquina, y observé a la chica más hermosa de este mundo. Sus ojos aún estaban cerrados, y su rostro estaba muy rojo. Mis ojos bajaron hasta sus pechos desnudos, y vaya que eran una obra de arte, al igual que todo su cuerpo. Marinette era una chica hermosa, y estaba seguro de que sería capaz de conquistar a cualquier chico que ella quisiese.

Pero ella te quiere a ti. Dijo una voz en mi cabeza. No dejaría que la desnudaras, y la poseyeras si no fuera así. Mis pensamientos eran muy confusos, y solo estaba seguro de una cosa: yo amaba a esta chica, y ella me amaba a mí, pero yo estaba destinado a hacerle daño, y prefería alejarme, antes de hacerla sufrir más. Esta pequeña probadita de su cuerpo sería nuestra despedida, y mañana sería el día en el que le dejaría las cosas claras, si es que tenía los huevos para hacerlo...

Por ahora, solo tenía un objetivo: satisfacerla. Tomé su nuca, y empujé mi cuerpo contra el suyo, haciéndola quedar acostaba debajo de mí. Finalmente, abrió sus ojos, y me miraba con curiosidad, mientras yo me acercaba lentamente a sus labios. Con cuidado, me dejé caer sobre ella, y comencé a besarla con suavidad, con ternura.

Ya no se trataba de un beso desesperado, sino de uno dulce, uno lleno de amor, el último que le daría en esta vida. Solo espero que, en la siguiente, podamos estar juntos sin hacernos daño. Pensé, y mis besos bajaron a su cuello, haciéndola estremecer. Yo lo estaba disfrutando, maldita sea, lo estaba disfrutando demasiado, y eso que ni siquiera me estaba dando placer.

Era una sensación difícil de explicar, y era la primera vez que me importaba más el disfrute de la mujer con la que estaba, antes que mi propio disfrute. Así es cuando estás con la mujer que amas. Me dijo la voz de mi cabeza, y yo negué. Disfrutaba cada reacción de su parte, ante mis acciones.

Decidí permitirnos este momento a ambos, y me permití disfrutar de ella, de lo que estaba pasando entre los dos. Bajé con mis besos hasta sus pechos, y vaya que lucían perfectos. Metí uno de ellos en mi boca, mientras mi mano masajeaba el otro, y la escuché chillar ante mi acción, mientras su cuerpo se arqueaba. Besaba, lamía, y chupaba con ferocidad, mientras ella se estremecía en mis brazos, y emitía sonidos extraños, pero que eran música para mis oídos.

My Love in your Shadows [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora