Capítulo 33

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Marinette:
Estaba indignada, molesta. ¿Cómo pudo no importarle mi opinión al respecto? Se trataba de mi familia, no de la suya.

—Creí haber sido clara cuando dije que no quería que los sacaras de su vida normal—le reclamé, furiosa—¿QUÉ PRETENDES? ¿Que no me angustie? ¿Que no llore? En un mundo perfecto, sería feliz todo el tiempo, pero ¿qué crees, Agreste? No vivimos en un mundo perfecto, vivimos en un puto mundo cruel de mierda, en donde sobrevive el más fuerte.

—Pero...

—¡Pero nada! Ellos estaban bien en donde estaban. Yo decidí quedarme en esto contigo, y ellos no tienen que pagar por mi decisión. Tú y yo ya estamos jodidos, pero ellos habían podido mantenerse lejos de París y toda su mierda. ¿Y mi hermana? Ya no tendrá una vida normal en Londres.

—Lo hice por...

—¿Por qué mierda lo hiciste? ¿Eh? ¿Por mí? No me vengas con esa mierda, yo misma te dije que no lo hicieras.

—¡Los iban a matar, Marinette!

Sus palabras captaron toda mi atención. ¿Cómo que los iban a matar? Mi corazón se encogió de solo imaginarlo, pero ¿por qué ellos? Yo no me había acercado a ellos para mantenerlos a salvo, ¿y ahora resulta que los quieren matar?

—¿Qué mierda dijiste?—pregunté, y mi voz se rompió al final.

—Félix ha estado velando por su seguridad, y a noche, me llamó de emergencia. Tiene un senti-insecto espiando a los hombres de mi padre que tenían vigilados a tus padres, y básicamente, planeaban secuestrar a tu familia para obligarte a aparecer. No iba a dejar que le hicieran daño a tu familia, y tampoco iba a dejar que te obligaran a entregarte, no puedo perderte, ni a ti, ni a mi bebé—dijo, y acarició mi vientre.

Yo solo me quedé callada, asimilando lo que me acababa de decir. Me costaba entender cómo alguien podía ser tan cruel como lo era Gabriel Agreste. Me imaginé el no volver a ver a mis padres jamás, y el no poder conocer a mi hermanita, me imaginé entregándome, y siendo asesinada en ese maldito ritual. No sólo moriría yo, también moriría mi bebé, no conocería el mundo por mi culpa, y Adrien se quedaría solo... solo y sin alma, ni corazón.

Mi pecho dolía con una fuerte punzada, y me costaba respirar con normalidad. Mis ojos ardían, y finalmente, me rendí, y dejé salir mi llanto. Sentí como los brazos de Adrien me rodearon, y me apretaron contra su pecho. Yo me afirmé en aquellos fuertes brazos, acariciándolos con mis manos, en silencio, mientras él acariciaba mi cabello, y mi mejilla.

—Lo siento—dije, con mi voz rota.

—Tranquila, estás en esa etapa, lo entiendo—dijo, y besó mi cabeza—Solo... déjame explicarte, antes de que me grites, la próxima vez...

—Anotado—dije, con un poco de vergüenza por mi comportamiento inmaduro—Perdóname... estuve muy mal.

—Está todo bien—volvió a besar mi cabeza—hay una mujer muy hermosa allá afuera que se muere por abrazarte, y se parece mucho a ti.

—¿Y mi papá?

—Aún está asimilando las cosas... está un poco molesto porque no lo buscaste antes.

—Nada que los ojitos de cachorro no puedan resolver—dije, despreocupada.

—Lo mismo dijo Sabine—me dijo, con una sonrisa, y besó mi frente—Quédate aquí, traeré a tu mamá, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—Vale—dijo, y salió de la habitación.

Me vi obligada a levantarme de la cama, y caminé de un lado a otro, hasta que vi la puerta de la habitación abrirse, y mi corazón latió rápido. Ahí estaba, parada frente a mí, mi mamá, con los brazos abiertos para mí. Habían lágrimas en sus ojos, y me sonreía, justo como el último recuerdo que tenía de ella.

My Love in your Shadows [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora