Capítulo 48 (Final)

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Adrien:
Tomé el Miraculous del caballo, y me transformé. Sabía exactamente en donde estaría Marinette ahora mismo: en nuestro baño, así que me teletransporté hacia el mismo.

La encontré con la cabeza metida en en inodoro. Me destransformé, y me quité los lentes, para acto seguido, lanzarme al suelo junto con ella. Su cabello se encontraba recogido en una trenza hacia atrás, y no corría peligro de ensuciarse, así que me dediqué a sostener su frente, mientras sonaba su espalda.

—Marinette, por favor, ¡abre la puerta!—gritaba Alya, desesperada al otro lado.

—Alya, todo está bien, ¿vale?—dije—Yo estoy con ella.

—¿Y tú cómo cojones llegaste hasta allá adentro? Porque solo la vi entrar a ella y cerró la puerta en mi cara—protestó la chica.

—Usé un Miraculous—respondí—Y antes de que me regañes por hacerlo, tu amiga me necesita.

—¿Qué le ocurrió?

—Creo saberlo—dije, y suspiré—No creo que puedas consolarla esta vez, Alya, solo yo puedo.

—¡Soy su mejor amiga y la cuidé por casi 5 años! Por supuesto que puedo consolarla.

—Alya, en este caso solo la puede guiar alguien qué pasó por lo mismo que ella—expliqué.

—Pero ¿qué le pasó?—preguntó la chica, desesperada.

—S...soy una asesina—dijo Marinette, con su voz rota.

—Oh...—dijo Alya, comprendiendo el ataque de ansiedad de su amiga.

—Alya, lo superará, solo... necesita un tiempo para digerirlo, y acostumbrarse a la idea. Para mí tampoco fue fácil la primera vez que maté...

—Entiendo—dijo la chica—Me encargaré de Louis por el resto del día, y le diré a tus suegros que regresaron demasiado cansados de la misión.

—Gracias, Alya—dije, mientras limpiaba la boca de Mari con papel higiénico—¿Podrías hacerme otro favor?

—Sí.

—Tráeme un vaso de yogurt natural—pedí—Marinette acaba de vomitar todo el desayuno y no quiero que se deshidrate.

—Vale.

Ella estaba paralizada, y se limitaba a hacer solo lo que yo le indicaba. Llené un vaso con agua del grifo, y ella lo usó para enjuagarse la boca.

—Eso es, no la tragues, te hará vomitar de nuevo—le dije.

—No tomaré yogurt ahora mismo—susurró, mostrando esa debilidad que trató de ocultar desde que lanzamos aquellas bombas—Aún puedo oler la carne quemada.

—Tranquila—le dije, mientras la sentaba en el inodoro.

Puse el tapón de la tina, y abrí el grifo en una temperatura tibio-caliente, la que a ella tanto la relajaba.

—¿Me estás preparando un baño?—me preguntó, haciendo un puchero.

—Sí, pero debes esperar a que la tina esté llena—le dije, con el tono más dulce que pude poner, y besé su frente.

—Debes pensar que soy una cobarde—comentó, desviando su mirada hacia un punto del suelo.

—No, para nada—comenté, tranquilo, mientras me arrodillaba frente a ella—También vomité después de haber matado por primera vez, y estuve enfermo del estómago por tres días.

—¿En serio?—preguntó, y un débil atisbo de sonrisa intentó dibujarse en su rostro.

—En serio—dije, y solté una risita, mientras acariciaba sus brazos—Y eso que solo maté a un hombre ese día... tú eres mucho más fuerte que yo. Al menos, lo disimulaste muy bien. Yo vomité delante de mi jefe, sí que pases vergüenza ese día.

My Love in your Shadows [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora