Capítulo 8

851 48 40
                                    

Adrien:
Era hermoso verla sonreír, y eso me robaba una sonrisa a mí también. ¡Contrólate, Adrien! Recuerda que no puedes tener nada con ella, no quieres arruinarla de esa forma... Eres un demonio que arruinaría a ese ángel, si la llegase a tocar. En sus ojos lo veía, seguía tan enamorada de mí, como yo lo estaba de ella, pero yo ya no era el mismo chico dulce que trataba a todo el mundo con delicadeza.

El mundo se había ganado mi odio, y no quería envenenar su corazón, también, con odio. Ella tenía un corazón hermoso, y una bondad admirable. Aún podía recordar los últimos momentos que la había tenido entre mis brazos. A pesar de que la maldita ciudad había causado su "muerte", ella aún quería que yo los protegiese.

De repente, me abrazó, y sentí que se aferraba a mí con fuerza. Yo no pude evitar acogerla entre mis brazos, y acariciar su espalda, mientras ella lloraba en mi pecho. ¡Espera! ¿Por qué llora?

—Creí que te había perdido para siempre—dijo, entre llantos—Pero ahora veo que aún queda algo que rescatar en ti.

No lo intentes, será en vano. Yo ya estoy perdido, roto, sin posibilidad de reparación... Es lo que debo haberle dicho, pero no tuve el corazón tan duro. Preferí dejarla desahogarse en mi pecho, y aunque me costara admitirlo, me generaba cierta paz el tenerla abrazada a mí, el escuchar su voz...

—Te extrañé tanto—continuó—cuando creí que no volvería a verte...

No pudo decir más, su llanto solo se intensificó. Yo solo pude apoyar mi cabeza sobre la suya, mientras acariciaba su espalda, y su cabello. Derramé algunas lágrimas silenciosas, siendo cuidadoso de no sollozar, y de que ella no notara que yo también me estaba refugiando en su abrazo.

Era extraño: a pesar de que sabía nuestra notoria diferencia de edad, su cuerpo encajaba perfectamente con el mío, como si todo esto hubiese sido lo que tenía que pasar, como si, a pesar de todo, aún estuviésemos hechos el uno para el otro.

Entonces, recordé lo que ella opina sobre lo que soy, y lo que hago, y supe que ella jamás sería feliz a mi lado. Tarde o temprano, acabaría con el corazón roto, y se iría de mi lado, asqueada de mí, y antes de que acabáramos así, prefería permanecer como su amigo protector. Al fin y al cabo, lo que no empieza, no acaba mal, ni bien, simplemente, no acaba.

—L-lo siento—dije, controlando mis nervios, mientras me separaba de ella—me t-tengo que ir.

—¿A dónde?

—Cosas de trabajo.

—Ya... claro... trabajo—dijo, con un poco de disgusto.

Y ahí estaba ella, sin darse cuenta, probando mi punto.

—Adiós, Mari—dije, besando su frente.

—Adiós.

Me fui, y era cierto que debía resolver un asunto de la organización. Al parecer, mis hombres habían descubierto un punto de encuentro de la organización enemiga. Se creía que hoy habría una reunión, era nuestra oportunidad para estar un paso al frente de ellos.

—Pensé que pasaría más tiempo con su novia, señor—dijo Dante, mientras se subía al auto, y sus palabras taladraron mis oídos.

—No es mi novia—dije, cerrando mi puño—No creo que quiera volver a serlo. Aborrece lo que somos, y lo que hacemos. Ella no pertenece a este mundo, y yo ya estoy demasiado metido en él, como para salir ileso.

—Las personas cambian de opinión, y el amor hace milagros.

—No quiero que ella cambie por mí.

—Mi consejo es: no decida por ella, déjela ser, déjela elegir lo que es mejor para sí misma.

—Es una niña de 17 años, no sabe lo que le conviene.

My Love in your Shadows [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora