Capítulo 2

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ROCES




Empezó a odiar su habitación, los espejos en las paredes del pasillo lo ponían nervioso, desde los 10 años comenzó a taparse el rostro cada vez que pasaba por ese lugar y así evitarlos cuando pasaba por allí, esa era la única forma de escapar de ellos, pero no podía escapar de sus pesadillas, siempre presentes e inevitables. Desde hace unos tres años sueña con ojos alrededor de el, manos intentando tocarlo o sombras siguiéndolo por todos lados, pero últimamente tiene una pesadilla de la que lo deja sin dormir.

Donde corre sin parar buscando algo y ese algo es una mujer que el desconoce porque no la ha visto con detalles dentro de esa pesadilla, solo sabe que la conoce, pero su odio es muy fuerte, casi tan real.

Al final terminó bajando las escaleras para tomar un poco de agua y despejarse de aquella pesadilla que lo dejaba con muchas emociones encontradas.

Y por qué no, una arepa de su tía favorita para inspirar al sueño a volver.

El nunca le ha levantado la mano a una mujer, por más que se lo mereciera. Sus valores y modales estaban bien puestos por su familia, en especial su abuela y padre. Tiene muchas primas, una tía, abuela, hermana y madre que son mujeres y las cuales debe proteger. Son su familia, aunque su relación no sea tan unida como desea, más no dudara en dar su mano siempre para ayudarlas cuando necesiten. No dirá que nunca peleó con otros niños porque si lo hizo, peleó mucho en la escuela porque se burlaban de Luisa por su aspecto, les hizo bromas con heces de gallina a los que le hicieron bromas a Dolores y defendió mucho a Mirabel. Nunca se lo dijo a nadie y esto no lo sabían en casa, el es un Madrigal y debe actuar como tal, si su abuela lo hubiera sabido habría estado castigado levantando el estiércol de los burros hasta los 18.

Caminó entre la oscuridad de casita en la planta baja, no era necesario prender las velas para ver, conocía de sobra la casita, aunque estuviera oscura, reconocería siempre el camino sin dudar a la cocina, desde que tiene memoria siempre bajó a hurtadillas a la cocina a robar buñuelos y arepas cuando le atacaba el hambre a mitad de la noche cuando no podía dormir. Apenas ingresó por el umbral de la cocina, un ruido silencioso le hizo poner en alerta, fue cuando su cuerpo entró en un estado de pánico al ver la sombra femenina en la oscuridad de la cocina.

Mas cuando ella se giró, sostenía una vela en sus manos en la que pudo definir con claridad quien era.

—Ah eres tú ... —soltó caminando hacia el lavamanos y fingiendo por fuera la tranquilidad tan diferente que sentía por dentro.

—Por desgracia para ti sí —musitó Mirabel algo triste, esa respuesta no pasó desapercibida por el chico. Una culpa comenzó a golpearlo y de nuevo, volvía a sentir aquel dolor en su pecho.

No lo hace a propósito.

Lo siento... de verdad....



......


Después de lo que sucedió en casita, ella quiso acercarse para que volvieran a como cuando eran niños, ella lo aprecia, tal vez no hablen mucho, pero pocas veces mantienen una charla sin chistes, ni burlas y peleas por temas de trabajo, y aunque sea solo dos párrafos de cada uno. En el fondo de su corazón y hasta casita le decía que no se rindiera, y eso quiso intentarlo, no quería que su primo se aislara lejos de la familia. Pero los rechazos de él, eran tan continuos que comenzaba a dudar si debía hacerlo o no.

Milagro de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora