LO QUE QUIERO

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Capitulo 41






La ha seguido por más de una semana y la situación seguía igual, varias veces la interceptó poniéndola muy nerviosa, cosa que disfrutaba con mucha diversión, y con un poco de rabia. Esa mujer si era dura, no se dejaba intimidar ni muchos menos vencerla, lo único que conseguía era ponerla en una situación donde no quería que nadie se entere.

El también por supuesto, esto sería muy malo si alguien de su familia se enterasen, lo echarían del pueblo como lo hicieron con otros. Solo atinó a reírse un poco en forma de burla, eso era lo más patético que un pueblo podía hacer en sus palabras. En caso de que lo descubriesen siguiendo a la nieta de esa familia muy particular y lo obligaran a irse, solo volvería para tomar lo que ya tenía planeado y abandonar de nuevo tal pueblo.

Las leyes que tenían en cuanto al orden eran estrictas, pero los castigos eran una burla, como si un payaso hiciera todo el show o comandara todo este pueblo.

Que gran chiste.

Volviendo a sus pensamientos iniciales, Isabela era una mujer necia. Una que no se dejaba intimidar y mucho menos retroceder lo que dificultaba mucho sus planes. Era muy difícil hacer planes para tomarla desprevenida o hacer algo contra ella en favor de sus deseos. Siempre estaba rodeada de su hermana, la que posee una fuerza monstruosa, o de la chismosa. Y en el peor de los casos de sus padres y la menor, casi nunca se encontraba sola últimamente. Aunque intentó hallar algo que fuera a su favor y usarla para hacerla retroceder y que ella estuviera a sus pies, y no él. 

Eso le dio rabia, recordó que las últimas tres veces que la tomó por sorpresa ella lo obligó a arrodillarse con esas asquerosas plantas y su mirada llena de soberbia le hacía sentir que su sangre volaría por los aires como un volcán.

Eso lo humilló.

No iba a permitir más humillaciones de una mujer riquilla. Ya tuvo las mujeres de todas las formas que el quiso y cuando quiso, la clase social, el rompió tales barreras. No hubo una que le gustó y no se salvó, Isabela no sería la excepción. Quiso buscarle su debilidad algo que la hiciera tirarse al suelo y arrodillarse, pero esa zorra parecía no tenerla.

—Todos tenemos debilidades... solo hay que ver muy bien a su alrededor.... 

Eso le dijo su amigo, más se rindió porque parecía no tenerla por lo que la descartó hace una semana, jamás dio señales de tomarse la molestia por algo que le importara lejos de su asquerosa plantas y magia, por lo que ahora, ideó un plan grandioso solo para ella y él. Su mano viajó hasta su morral donde lo palmeó varias veces carcajeándose al mismo tiempo.

Solo estaba ese maldito y diminuto problema.

No estaba sola y al parecer, todo el maldito pueblo parecían estar nerviosos por algo, más bien, se veía a todos acomodando ciertas cosas por fuera de sus casas y más que nada decorando el centro del pueblo. No estaba seguro de que se haría en un primer momento hasta que oyó a las muchachas felices porque una fiesta organizada por los Madrigal se acercaba. Una en conmemoración a ellas, su preciosa Isabela y su tía.

Una idea se le cruzó por la mente. una sonrisa macabra se le formó en su retorcido rostro.

Tenía el plan en mente. Ya sabía que hacer.

Eso era muy favorecedor, una fiesta donde todo podía suceder. Pensó muy bien el plan, fiesta, gente, mucha gente, confusión.

Todo eso era un guisado perfecto para tener lo que ha estado deseando con tanto fervor desde hace mucho tiempo, ya lo saboreaba con desesperación, no podía esperar a ese día.

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