EL PRIMER PASO

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CAPITULO 29




Eran horas de la noche, para ser más exactos, la 10:30 p.m.

La gente del pueblo ya descansaban para el día de trabajo de mañana.

Isabela estaba en su habitación llena de vegetación, se movía rápido saltaba y esquivaba sus propias lianas, los brotes que hacia crecer para que ella los esquivara. 

Esto lo estaba haciendo desde que se comenzó a sentirse así, técnicamente desde que su hermana menor fue atacada. Quería ser capaz de defenderla a ella y a su familia. No quería volver a sentirse tan impotente, pero el día de hoy no se sintió como siempre, aquel joven, le puso la piel de gallina, no solo por la sensación que le causó sus palabras, sino que su mirada.

Aquella maldita mirada ya la vio antes, en ellos.

Le causó demasiado terror a ella, el odio que creía haber perdido, de nuevo regresó y a su lado, la ira. Esas eran emociones de las cuales ella no quería volver a sentir, eran demasiado para ellas apenas las soportó en un pasado, no cree que pueda volver a hacerlo.

 Todo hubiera sido un mal rato si tan solo le se hubiera enfocado en ella, no era tan idiota como para no darse cuenta de sus intenciones y pensamientos inmundos a través de las miradas que ya le dieron la experiencia necesaria para diferenciarlas. Cuando este posó esa mirada asquerosa en su hermana, se llenó de pavor, supo que debía sacarla de allí de inmediato. Corría peligro estando el cerca, apenas la recuperaron, nadie quería perderla de nuevo y saber que probablemente si algo le llega a suceder, jamás puedan volverla ver como lo era.

Pero aun así, mantuvo esa actitud fuerte e impenetrable, no iba a demostrarle a ese tipo que ella no le tenía miedo, era fuerte e independiente, nadie pasaría por encima de ella. No dudó, ni dudará en proteger a su hermana. Se traía algo entre manos aquel joven, en ese lugar ella siempre iba a practicar sus nuevas plantas exóticas, nadie sabía más que sus hermanas y primos, duda que ellos le hubieran dicho a alguien, supone que tendrá que cambiar de lugar.

Las ondas de su vestido iban y venían con sus movimientos, una coleta atada a con pequeñas lianas y su sudor recorría toda su frente, y cuello que se caía por toda su espalda. Se encontraba saltando y tomando las lianas en al menos cinco árboles que había creado para practicar sus agarres y caer sin dificultad de algún tipo de daño, sin embargo, en el último movimiento no logró tomar la liana, terminando por caer, en su agilidad creó una montaña de flores y cayó directo allí. 

Suspiró en un alivio, no tendría que bajar las escaleras en busca de alguna comida curativa de su madre como otras veces, cortes, raspones, torceduras, esguinces y lo último fue una quebradura de tobillo, ese fue un dolor insoportable.

Su pecho subía y bajaba del cansancio estando en el suelo acostada.

Con un movimiento de su mano todo se deshizo en segundos quedando la habitación con solo su plantario normal, flores silvestres, venenosas, exóticas y sus infaltables cactus.

Estaba preocupada, pero también nerviosa. 

—Esta vez... voy a protegerte... los protegeré a todos —dijo con su voz entrecortada y llena de calor. 



......

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