DOS DÍAS

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CAPITULO 43







Dos días...

Dos hermosos y cansados días. Esto era demasiado, los papeles, las quejas, los invitados, el almuerzo, la música y el contrato.

El contrato.

Dichoso contrato que no le ha permitido pensar bien por más de tres días. Tiene que estar presente cuando el consejo junto a su abuela lo estén hablando y lo lleven a cabo. Podía sentir la presión respirar en su nuca, esto era más que importante para ellos, con ello formalizarían un lazo amistoso con el segundo pueblo cercano a Encanto.

Peinaba su cabello con un cepillo de sedas suaves frente al espejo grande que tenía en una esquina de su habitación, un regalo de su madre a los quince años. Muy práctico para verse cuando lo necesite.

Adoraba su cabello largo, decidió dejárselo crecer después de los quince, aunque Isabela fue quien la convenció de hacerlo, le dijeron que le quedaba muy bien suelto, ella prefería atárselo en una trenza para hacerlo menos incómodo. De esa forma podía trabajar sin tener que recurrir a cortar su cabello, solo cuando el día se ponía muy húmedo, su cabello se inflaba como si se tratase de una arepa, era horrible intentar peinarlo en esos días.

Tomó una cinta azul junto a una blanca donde comenzó a enrollarlo en una trenza. 

—Perfecto —dijo admirando su peinado.

—Mirabel ¿estás lista? —llamó su madre ingresando a su habitación.

—Si, solo terminaba de acomodar un poco mi cabello ¿papá está listo?

—Si, te espera abajo —habló acercándose a su remera para quitar unos hilos sueltos de su falda. Ella siempre acomodaba o agregaba detalles a sus bordado —Por favor no te olvides el desayuno si no lo haces aquí

—Si ma, no te preocupes 

Le dedicó una sonrisa tranquila, quería que dejara de preocuparse, ya no pediría que la dejen ir sola y regresar sola a casita por el simple hecho de que lo único que logró fue crear una disputa entre sus padre, ellos jamás discutían, y por primera vez los vio enojados. Llevaban dos días sin hablarse, más que nada la culpa era completamente de ella y eso la entristecía mucho, nunca deseó esto.

Por eso es que ideó un plan para volver a hacer que estén bien, sus hermanas la apoyaron y eso se llevaría a cabo el día de hoy.

Ambas bajaron donde su padre la esperaba con una sonrisa triste, eso le apretó su pecho. Su papá estaba muy triste y su mamá también. Aunque ella se escondiera muchas veces en preocupación y sonrisas, sus ojos se entristecían mucho, estos dos días dormía con ella, no le molestaba en absoluto, de hecho, se sentía más segura y dormía con tranquilidad en las noches, pero su corazón sufría haciendo cualquier mueca en su rostro. Eso era algo que tanto a ella como a sus hermanas le dolía en su corazón.

Juro que arreglaré todo mamá y jamás vas a volver a preocuparte por mi

—¿Lista mija?

—Si papi —pudo ver como su padre miró a su madre en una sonrisa llena de melancolía. Y un golpe nuevo en su corazón le recriminó su culpa. Su madre le devolvió aquella mirada de la misma forma para al final carraspear y desviarla. 

—Vamos... —ella solo asintió y ambos partieron a las calles de forma tranquila. Caminaron un largo trecho hasta su lugar de trabajo, por primera ves en tantos años, ellos estaban callados, generalmente siempre hablaban de cosas triviales o los planes del día de ella, o en casos más graciosos los sueños extraños de su padre en montar una alfombra mágica y volar.

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