DÉJAME AYUDARTE

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Capítulo 34






Luisa caminaba tranquilamente por el pueblo junto a Agustín, hacía los mandados de su madre comprando ciertas cosas para la comida del día. Llevaba un canasto de verduras completo, unas papas, un completo cesto de cebollas. Vino de ayuda con su padre, pero el llevaba menos cosas, solo un cesto de frutas, y porque no, una que otra picadura de abeja en su rostro. Estaba comenzando a pensar como su familia, las abejas tenían algo contra su papá.

En sí, su padre, siempre fue un poco llamativo con algunas cosas, las picaduras, las plantas venenosas, golpearse, tropezarse, sino fuera porque casita y madre, su papá no hubiera estado completo por sus torceduras, quebraduras y quemaduras en el cuerpo. Los problemas lo llamaban mucho, justo como a su hermana menor.

De alguna manera a ambos, el peligro los buscaba. Siendo muy propensos a ser quienes recibieran la peor parte de todo aunque ellos no lo quisieran. Decir que aun no le afecta lo que sucedió hace unos dos meses más o menos, sería una mentira, su familia se desmoronó en un segundo sin piedad, trabajaron tanto por hacer que su familia se levante desde los escombros para que en solo en un día se colapse, eso no debía pasar.

De pronto ambos Madrigal oyeron los gritos de unas jóvenes, por supuesto sabían que era eso, segundos después vieron fue al miembro de la familia que más llamaba la atención aparte de Isabela, Camilo. Quién corría de nuevo evitando aquel grupo de jóvenes. Era algo cómico ver esto, el cambia-formas, era muy apuesto a la vista de las muchachas del pueblo.

—¿Ese... es Camilo...?—preguntó su padre limpiando sus gafas.

Luisa se rió.

—Si... es él —respondió en una sonrisa mientras lo veía perderse.

—Ha crecido bastante nuestro niño, es todo un jovencito apuesto —orgulloso. 

Luisa parpadeó un poco antes de comprender, volteó de nuevo observando a uno de sus primos, ciertamente, ya era un joven de 17 años a punto de cumplir sus 18, ella lo veía aun con ojos de una prima que lo vió crecer durante años, muchas chicas se acercaron para pedirle si ella le podía dar algunas cartas de amor a su primo. Siempre le decían lo guapo, caballeroso y amable que era, por supuesto, no negará que Camilo es muy amable, una enseñanza que ellos llevan inculcada siempre desde que son unos niños pequeños. Pero para ella, ese caballeroso muchacho siempre será el niño bromista que come arepas sin parar, que juega con niños del pueblo haciendo demasiados desastres muchas veces, a veces juega con su hermano menor a la guerra de almohadas por toda casita, a veces se pelea con su hermana mayor donde en la mayoría de las veces queda colgado en algún lugar de casita hasta que Isa lo deja salir solo por compasión o el logra escaparsele. A sus ojos, un niño.

A los segundos cruzó su hermana mayor caminando siempre con su cabeza en alto y su hermoso cabello de ensueño. Los silbidos hacía ella, su papá se molestó que empezó a mirar a los costados buscando a los animales del ruido que le hacían a su pequeña niña, más enseguida se silenciaron. 

En ese segundo a Luisa, su corazón se quedó un segundo en pausa. Lo que era Camilo y su hermana mayor Isabela, eran los dos mas cotizados de su familia, siempre estaban recibiendo cosas que los mismo interesados en tener una relación con ellos, a veces eran flores, otras obsequios y casi siempre, cartas de amor dirigidas solo a ellos. Isabela las rompía sin dudar, y las dejaba a casita para que se encargara de ellas, en cuanto a su primo, lo encontró sin querer una vez, quemando dichas cartas y regalos en la cocina de casita cuando estaba a solas en las noches, el tampoco se molestaba en abrirlas.

Milagro de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora