LA VERDAD

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Capitulo 11







Habia vuelto todo casi a la normalidad después de 2 semanas, el pueblo estaba tranquilo posterior de los sucesos que los tres jóvenes provocaron a dos familias, una de ellas lo superó con los siguientes días, mientras que la otra aún estaba en proceso de hacerlo, mejoraron eso sí, pero no del todo.

Mirabel a pesar de que ya entablaba conversación con sus padres y podía darse el tiempo de ser capaz de recibir y dar cariño, no tenía el valor suficiente aún de salir de casita. Los Madrigal volvieron a las calles a hacer su trabajo, pero ella se quedaría mas tiempo fuera de la acción.
Su trabajo en la morada se suspendió por tiempo indefinido. Al menos hasta que ella se recuperase.


Todo estaba tranquilo.... relativamente tranquilo....

—Demasiado tranquilo... —pronunció Mirabel acostada en su cama.

Estaba aburrida, ya había limpiado su cuarto, la sala de estar, la cocina, el patio interno, el comedor, las escaleras, la planta de arriba, salvo los cuartos de sus demás familiares, esos eran espacios privados y los respetaría. 

Solo su tío Bruno le pidió que atendiera su cuarto cuando el no estuviese, tardó mucho pero lo logró, le fue difícil salir de allí sin arena en su falda favorita, ciertamente esta había cambiado mucho a lo que solía ser, sin embargo, la arena seguía siendo parte de esa habitación, por su don más que nada.

Ojalá vuelvas pronto tío Bruno...

Había encerado todo los muebles y el piso, sacó brillo de las ventanas haciendo que casita estuviera más brillante y alegre que nunca, casita se lo agradecía eso se lo hizo saber de forma espontánea. Casita siempre le hacía saber de sus inquietudes y preocupaciones, la conexión que tenían con su hogar era algo que no esperaba y a su vez, cree que es debido a que la conoce tan bien por ello es que puede saber sobre ciertas cosas. 

Solo quedó ella en casita, sus padres no querían dejarla sola, pero los convenció de hacerlo, sabía que están muy preocupados, más debían seguir y ella también a pesar de que su miedo siguiera siendo parte de su alma. No se sentía lista para dejar casita, pero si estaba lista para hacer las cosas por si sola.

Pero ahora estaba aburrida

—¡Mirabel! —llamó desde abajo Luisa. Ella saltó de su cama a su encuentro.

—¡Luisa! —exclamó dezlisandose por las escaleras —Bienvenida, ¿Cómo estás? —preguntó con una sonrisa implantada en su rostro. 

Luisa estaba muy feliz de ver a su hermana menor de que poco a poco, fuera la misma Mirabel de siempre, la alegre y vivaz niña que solo andaba en juegos y saltos.

En el caso de la menor, esto era un problema.

Su familia venía a verla cada hora, no es que renegara sobre sus visitas, estaba contenta de verlos, pero ellos estaban ocupados, trabajaban, ayudando en lo que podían al pueblo y ella sin salir y sin poder dar de su parte a los demás. Quería ayudar, hacer algo, más sus manos y pies temblaban cuando pensaba en salir de casita.

Milagro de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora