¿QUÉ HICE?

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Capítulo 35


Los personajes no me pertenecen, los saqué de disney (encanto) hay personajes creados para conformar la historia, espero que disfruten de la historia, tipo novela :D

La historia es creada por mi, Tamichi . 







—Déjame ayudarte Camilo, necesitas ayuda —repitió.

—No —dijo sin dudar el cambiaformas. 

No le hubiera sorprendido aquella respuesta a Mirabel, ya la esperaba de alguna forma. Pero no le importó decidió que iba a ayudarlo, sus manos estaban con sangre seca, llevaba demasiado tiempo al parecer de esa forma.

Sus ojos se abrieron en susto.

¿Qué era lo que le había sucedido? ¿Por qué no regresó a casa desde el principio? 

A simple vista parecía muy doloroso. No lo pensó más y metió sus manos en el agua para intentar quitar aquella tierra pegada en la piel, sabe que no podrá hacerlo solo por su cuenta si o si necesita ambas manos. 

Ojalá no lo hubiera hecho.

Siempre era lo mismo, las sorpresas con Camilo jamás terminaban. Él, quitó sus manos y sin darse cuenta, no midió su propia fuerza que terminó arrojando el tazón al suelo y este rompiéndose en pedazos logrando que el silencio de casita se quedara atrás, algo que asustó y sorprendió a ambos jóvenes.

El realizó un paso y ella retrocedió alejándose. Camilo no necesitó mirarla al rostro para saber que estaba asustada, no lo pensó dos veces cuando el chico de rizos salió de la cocina subiendo las escaleras casi corriendo. 

—Perdóname casita —susurró antes de encerrarse en su habitación. 

Parada en medio de la cocina se quedó pensativa. Las preguntas en su mente comenzaban a inundarle. 

Las escaleras pronto se escucharon y en la puerta pronto se mostró a su mamá colocándose su chal apresurada.

—¿Mirabel? —llamó sacándola de su burbuja de pensamientos —¿Bebé que ha sido eso? ¡Dios! ¡No te muevas amor hay demasiados retazos y puedes cortarte!

La menor miró sus pies, estaba rodeada de retazos de cerámicas y agua, cualquier movimiento, la lastimaría. Casita hizo su parte de quitar algunos de ellos a su manera acomodándolos en un costado, aunque podía mover el agua, más solo terminaba esparciéndola toda la zona. Por ello es que generalmente eran ellos quiénes se encargaban de trapear el suelo. Casita decidió moverla a ella en lugar del agua, la puso frente a una nerviosa Julieta, quien comenzó a revisar en casi desesperación por si tenía algún corte en sus piernas.

—¿¡Te duele algo?! ¿Te cortaste? ¿Por qué estás fuera de la cama mija a esta hora? 

—¡Mami! ¡Mami, mami...! —llamó ayudándola a levantarse —... estoy bien muy bien... no me ha pasado nada —le aseguró en una sonrisa

Milagro de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora