UN DÍA DE TORMENTA

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CAPITULO 4




—¡Camilo! —alzó la voz Dolores llamando la atención de sus familiares. Se encontraban en los alrededores del pueblo, volviendo luego de terminar con el trabajo de ayuda y rescate del pueblo.

—¿Qué sucede? —preguntó Pepa en tono preocupada.

—Debemos ir a casita —sentenció un tanto asustada alarmando no solo a su familia. 





.....



Casita cerró sus puertas y llevó al niño dentro de la sala principal, pues lo único que podía hacer era proteger al pequeño niño que se encontraba allí, no dejaría a nadie pasar, ni tampoco salir.

Mirabel estaba seria, resolviendo unos papeles en la morada de trabajo, estaba demasiado inquieta, sentía que debía volver a casita. Era una sensación que no podía evitar pensar, solo tenía un presentimiento demasiado horrible. No lo dudó más y salió por la ventana grande que tenía la morada, a su lado estaba una palma de cera que Isabela se había encargado de crear para ella cuando el sol saliese y no le pegara en el rostro o en su defecto se deshidratara por el calor abrasante del sol.

¡Si, se estaba escapando del trabajo por 5 vez!.

Pero esta vez ¡Lo tenia justificado! Tenia un muy mal presentimiento.

Caminaba por las calles de Encanto algo ansiosa, pero algo le decía que debía llegar a casita 

¡En ese mismo momento! 

Se estaba volviendo tan fuerte que empezó a correr, solo miraba al frente, la gente la vio pasar corriendo demasiado seria y eso los alarmó, ella siempre fue una chica muy alegre y generosa. Una señora la siguió por saber como estaba o si le estaba pasando algo.

Llegando a casita, se escuchaba los llantos de Antonio desde adentro. Ella se alarmó más. Casita abrió sus puertas sin dudar a penas la vio, hacia todo tipo de movimientos, parecía estar muy nerviosa. Mirabel entró corriendo a la sala principal y encontró a Antonio llorando sosteniendo sus pequeñas piernitas en posición fetal.

—¡Antonio! —gritó Mirabel corriendo hacia el y lo abrazó —¿Qué sucede pequeño? —estaba asustada pero no lo demostraría frente a un niño, eso solo lo alteraría mas.

—¡Mirabel! ¡Por favor ayuda a mi hermano! —gritaba asustado en un llanto lastimero —Lo lastimaron y se lo llevaron a la selva! 

Ella ¿Escuchó bien?... ¿alguien del pueblo lo lastimó? ¿Porqué...?

—Antonio ... eso no p-

—¡Señorita Mira- —interrumpió la señora que la seguía desde las calles, Mirabel se giró ante el llamado e inmediatamente casita le cerró las puertas y ventanas, sacándola de allí y lanzándola lejos de los dos menores.

—¡Casita! ¿Qué..? —dijo sorprendida, sentía a casita realmente asustada y desconfiada de cualquiera que intentara acercarse a ellos —Tranquila casita ... estamos bien... —susurró con una lagrima deslizándose sobre su mejilla.

Nunca se lo dijo a su familia porque en ese momento ella tampoco lo sabia, pero hace un año descubrió que tenía algún tipo de conexión con ella. Casita le hizo sentir que estaba demasiado angustiada, asustada y enojada. Y lo que más estaba sintiendo era su desconfianza a las personas de afuera... La misma gente del pueblo.

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