Eight.

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—Y, bueno, aquí te vas a quedar. —dijo Jaeyun, señalando la puerta al final del pasillo, donde sería la habitación del pasante, después de haberle mostrado los puntos claves de la casa de la playa, luego de haber llegado de la agotadora junta.

—Bien, gracias —respondió Riki, adentrándose en la habitación con timidez al ver sus cosas en ella ya listas—. ¿Bisco y Layla pueden dormir conmigo, cierto? —preguntó el pelinegro, mirando hacia la ventana de su habitación mientras el sol se ponía sobre la playa y sus mascotas jugaban en el patio de la casa.

—Claro, no habrá problema —comentó, rascando su nuca algo incómodo—. Mañana espero que estés listo antes de las ocho, ya que a esa hora salimos para la primera junta oficial. —avisó, dándole una copia de las llaves de la casa, por si quería salir o lo que sea, no le interesaba de todos modos, si estaba con él mañana a las ocho estaba bien.

Riki asintió con la cabeza y recibió la llave, quitándose su blázer negro para dejarlo sobre la cama. Hacía algo de calor.

Jaeyun lo miró por unos instantes, abriendo su maleta y desdoblando su ropa arrugada por lo muy mal que lo acomodó, sonrió de medio lado observando su desastre y como al parecer su loción se regó por toda su ropa.

Soltó una risa, ese niño era un desastre con pies.

Riki encontró su pesada mirada sobre él e hizo un ademán con su mano, esperando que le dijera algo porque seguía aún parado en el umbral de la puerta de su habitación.

Jaeyun carraspeó y desvió la mirada, apenado.

—Bueno, que pases buenas noches. Ya es tarde. —se excusó, saliendo rápidamente de allí para no escuchar la respuesta del pelinegro.

Se adentró en su propia habitación y fue a ducharse, ya había cenado por lo cual estaba cansado, quería solamente tirarse en su cama y dormir hasta el otro día sin interrupciones. Ser empresario era agotador.

Se colocó sus pijamas y le envió un mensaje a Sienna diciéndole que ya había llegado y que estaba bien y, en cuanto lo hizo, apagó su celular para no recibir ningún tipo de llamada, estaba cansado.

Cerró sus ojos sin arroparse porque hacía algo de calor y esperó pacientemente que el sueño llegase a él, porque de verdad quería descansar. Más eso no sucedió.

Gruñó irritado dando vueltas en su cama buscando la posición indicada, esperando relajarse completamente y caer en brazos de morfeo pero nada. Sólo daba vueltas y vueltas intentando dormir.

Tapó su rostro con las almohadas que tenía y empezó a contar ovejas, buscando que con esa ridiculez pudiese dormir, pero en realidad se encontró pensando en las mil excusas que podría poner para la junta-almuerzo de mañana. Obviamente, Riki se sentara a su lado porque era su pasante, pero eso implicaba que Lucas quisiese sentarse del otro lado, e intentara manosear a Riki como la última vez lo hizo con Momo, y no podía permitir eso.

¿Cómo hacía para alejarlos? ¿Debería Riki asistir al almuerzo en realidad, era necesario? ¿Podían reservar una mesa para dos y luego integrarse después de almorzar? ¿Podía dopar al viejo verde y así alejarlo del menor y de su mirada morbosa y asquerosa? ¿Cómo hacía?

¿Riki estaría dormido a estas alturas de la noche?

Quitó todo lo que se había colocado encima, rindiéndose con la tarea de dormir que ahora parecía imposible, y se bajó de su cama, caminando descalzo hasta la cocina. Quizás si tomaba leche tibia podría dormir.

Colocó su taza en el microondas y calentó su leche por un minuto, empezando a beber. Quizás tomar tanto café estaba surtiendo su efecto de insomnio.

Ocean Eyes 『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora