Se removió en su lugar algo incómodo frente a la humedad que cubría su cuerpo, más el calor que le daba aquella colcha. Era el primer día del verano y ya hacía un calor infernal, hasta mucho peor que el que hacía en Australia en aquellas épocas.
Abrió los ojos frente a la luz que cubría toda la habitación que él conocía. Su habitación en su departamento en el oeste, y para su sorpresa, no se encontraba solo.
Vio la maraña de cabellos claros rizados cubrir la almohada, frunció el ceño frente aquel aroma conocido más lo blanquecino de su piel. La persona a su lado estaba profundamente dormida totalmente desnuda, y él también estaba desnudo.
Alzó sus cejas observando aquel lunar en su nuca y el cabello rizado bastante corto, regado en la almohada. Arrugó su nariz cuando un terrible dolor de cabeza le atacó y la migraña surgió, más su herida por la biopsia casi sanada parecía doler mucho más.
El último recuerdo que tenía era de él bebiendo enfrente de la puerta del departamento de su pasante, que nunca le abrió, o tal vez sí, porque juraba que la persona a su lado no era nadie más que él, por el largo de su cabello y su tono, un poco más dorado que la última vez que lo vio.
Sonrió de medio lado y lo abrazó, pasando sus brazos por su cintura y pegando su caliente cuerpo al suyo, mientras aspiraba su aroma. Sus dedos viajaron hasta el tatuaje que había en su costilla y lo acarició, sintiendo la piel algo diferente.
Pero cuando subió más sus manos y apretó, toda emoción se fue de su cuerpo, haciéndolo sentir meramente incómodo.
Ese no era Riki.
Y no era un "ese" era una "esa".
Pero en el momento que iba a separarse, las manos de la fémina tomaron las suyas y las dejaron en el mismo lugar que antes, haciendo que haga una mueca asqueado.
¿Cómo demonios había llegado a esa situación? ¿Qué carajos?
La rubia se volteó y encontró los ojos marrones de nadie más que su prometida, recién despiertos y adormilados. Ella acarició su mejilla con su fina mano caliente y se cubrió su desnudez con la fina sábana que compartían, sonriéndole.
Se sentía asqueroso, realmente asqueroso.
—Buenos días, cariño —saludó la rubia, su cabello corto sorprendiéndole, lo llevaba hasta la nuca pero sus puntas delanteras eran largas, marcando su rostro en forma de manzana—. ¿Cómo dormiste?
Se había acostado con Sienna.
Jaeyun se separó lentamente parpadeando varias veces, intentando esclarecer su cabeza y pensar cómo demonios había llegado a aquello si estaba en casa de Riki hasta hace algunas horas, de lo poco que recuerda. Borracho, pero en casa de Riki.
—Bien, Sienna, pero..., ¿cómo llegué aquí? —cuestionó, acariciando su entrecejo confundido—, yo estaba...
—Perdido en una zona de mala muerte en Seúl, borracho de paso —Sienna lo interrumpió, sentándose en la cama mientras buscaba su camisa regada por ahí—. Pasa que llamaste a tu hermano diciendo alguna estupidez de un tal ricitos de oro, quizás la de la novela, y él me llamó a mí. Nos preocupamos porque se supone que estas tomando medicamentos y el doctor te prohibió cualquier bebida, fui a buscarte y me dijiste que no querías ir a nuestra casa, así que vine aquí. Me iba a ir y dejarte porque sé que quieres estar solo pero tú..., bueno, ya sabes. —explicó, acomodando su cabello rizado detrás de su oreja.
Se sentó en la cama también, tapando su rostro con sus manos mientras asimilaba la situación. Ahora sabía que había pasado, y quizás le hubiera gustado no saber, porque ahora se sentía más culpable que antes.
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Ocean Eyes 『Jakeki』
Fanfic"Más allá del bien y del mal hay un jardín, yo te veré ahí". ¿Qué pasa cuando un amor es incluso más fuerte que la muerte? Existen personas que desearían tener un amor como ese, por lo cual impiden que sean felices. ❗Continuación de The Bathroom❗ ❗S...