End.

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Jungwon venía a sus dos mejores amigos correr de un lado al otro, mientras Rebecca lucía muy entretenida persiguiendo a sus dos tíos. Bueno, Sunwoo no corría a propósito, simplemente correteaba detrás de Riki buscando calmarlo.

—¡Estoy gordo! ¡No me queda! ¡Me veo horrible! —un sinfín de frases histéricas siguieron por parte del rizado, su cabello iba desamarrándose a medida que se movía de un lado al otro.

Sunwoo, para ese punto, quería él mismo arrancar los cabellos de su mejor amigo dramático.

—¡Ni-ki, maldita sea! ¡Ven acá, aún no termino!

Jungwon admiraba la situación, tranquilo. Se hacía tarde, sí, ¿le importaba? No, porque era más divertido ver a sus dos mejores amigos correr por toda la habitación que pensar ser separado de Riki.

Se mostraba celoso, incluso después de haberse alejado dos años, recién se volvían a reunir y Riki ya se iba, otra vez. Quizás estaba tomándolo dramáticamente, pero pensar que le arrebataban a su menor, lo hacía querer detener el tiempo y que ese arrebato de ambos mejores amigos durará para siempre.

Si él estaba así, no imaginaba a Hyunjin en esos momentos.

—¡Jungwon! ¡Por favor, ayúdame! ¡Se hace tarde! —Sunwoo soltó un alarido, tomando las manos de Riki quien se negaba repetidas veces a utilizar la última pieza de su traje, haciendo drama.

El rizado no era de los que se escandalizaban rápido, tampoco era melodramático, siempre se burlaba de Sunwoo por ser así, y ante la mínima situación o sin importar qué tan grande sea el problema, no haría el berrinche que estaba haciendo.

No se movió, tomando a Rebecca en brazos y esperando pacientemente que Riki rompiera en lágrimas. Todos pasaban por ese momento, era normal. Incluso si eran hombres, se comportaban como mujeres histéricas de mediana edad en un día tan especial. Él lo vivió, Sunwoo también, era momento de que Riki también experimentara ese sentimiento, esa angustia y ansiedad.

Pero este lo llevaba a otro plano de dramatismo.

—¡Que no quiero! ¡Aléjate de mí, enano! ¡No pienso salir de aquí! —gritó, tomando un florero de la habitación y apuntando al nuevo pelirrojo con este.

—¡Hwang Riki, tenemos una hora de atraso! ¡¡Muévete o te juro que te llevo dopado al altar!! —aseveró, sosteniendo el corsé negro en sus manos. Tenía un trenzado complicado y ya Riki había hecho demasiado drama, retrasando la ceremonia.

—¡No me veré bien, Sunoo! ¡Subí de peso! ¡Estoy gordo! —y ahí estaban las lágrimas, bueno, más escandaloso de lo que pensó. Una suerte que aún no lo habían maquillado.

Jungwon lo entendía más que a nadie, por eso no intervenía. Era bueno dejarse sentir esas emociones repentinas ya que así el día lo recordaría como un sube y baja, lo volvería más especial a su modo, y le contaría la anécdota a su futuros conocidos o a su familia. Jungwon lo veía así, lindo, agradable, esa sensación de temor pero de alegría, la adrenalina en cada fibra de su cuerpo.

Sunwoo, por su parte, estaba a nada de arrancarse el cabello de un tirón.

—Ni-ki, ¿hasta cuándo? Que no te ves gordo. En dado caso, podemos apretar este corsé y hacer como si nada pasó. No es como si te fueras a entregar por primera vez a Jake, dime, Dios mio, ¿qué cosa no ha visto él? Si es lo que te preocupa. —consoló el pelirrojo, queriendo salir de ese embrollo cuanto antes.

Riki cubrió su rostro histérico, pataleando en un rincón de la habitación. El estrés estaba pasándole factura desde los últimos meses, Jungwon lo entendía ya que él mismo hasta dejó de comer en su momento, pero al parecer, la ansiedad de Riki se transformó en atracos nocturnos.

Ocean Eyes 『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora