Eighteen.

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La lluvia caía como cascada por la ventana de su habitación, sentía el humo del cigarrillo entre sus sentidos y el mismo objeto entre sus dedos, más no estaba fumando, solamente viendo el techo de su habitación.

Solitaria habitación hasta que una llamada entró.

—Ya no quiero estar peleados. —escuchó su dulce voz, más un leve sollozo. Su pequeño ricitos estaba llorando por alguna razón, que su yo del sueño reconocía, más él no recordaba.

—¿Para qué te fuiste así, entonces? Te dije para hablar pero saliste corriendo. —habló, llevando el cigarro a sus labios y dándole una profunda calada.

—¿Y qué querías que hiciera, entonces? Tú dijiste que estabas durmiendo y no lo hacías, ¡me preocupo por tu salud, idiota! —sus chillidos hacían de su corazón encogerse en su cavidad. No le gustaba escuchar a su ricitos llorar.

—Pero no es motivo para pelear...

—¡Sim Jake, sí lo es! —gritó, interrumpiéndolo—. Pero no quiero seguir peleando, te extraño.

—Llevamos dos días sin vernos, ricitos. —dijo, soltando una risa.

—Yo soy como Pou, si no me das atención me muero, y lo sabes. —respondió, sorbiendo sus mocos con algo de furia a través de la línea.

—¿Dónde estás? Voy a buscarte.

—Esa es la cosa.

—¿Qué?

—Me perdí en mi propia ciudad.

—¡Dios mío, ricitos! ¿Dónde carajos estas? —preguntó preocupado, sentándose en el borde de su cama y pudo observar todo su departamento, el que conocía como donde antes vivía tiempo atrás del accidente.

—No sé, hay un árbol.

—Ah, mierda, enciende la ubicación.

Despertar nuevamente en los brazos de Sienna fue un completo asco e incomodidad. Anteriormente, no le importaba si ella lo abrazaba dormido porque, era su novia, era normal; más ahora se sentía tenso envuelto en sus delgados brazos.

Más porque ella estaba sin camisa y sin brasier.

Como pudo salió de entre sus garras y acomodó su ropa. No podía creer que incluso teniendo a una atractiva mujer a su lado, con atributos bastante exuberantes desnudos a su frente, ni una erección matutina tenía.

Agitó su cabeza, ni siquiera supo porqué ella decidió acostarse desnuda a su lado, desde que le dijo que estaba cansado la noche anterior como para tener relaciones, se acostó molesta a su lado sin preocuparse en ponerse ropa.

Entendía que anteriormente el sexo entre ambos era seguido, pero ahora simplemente no quería. No sentía la misma emoción con su cuerpo como antes. Era como si hubiera caído en un punto muerto.

Un punto muerto llamado Riki y su exuberante trasero lechoso.

¿Qué si había mantenido relaciones con él? No, tampoco quería hacerlo porque él no era homosexual y además era su pasante.

Ocean Eyes 『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora