Twelve.

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No supo en qué momento, o en qué situación estaba hasta que pudo respirar con calma y entender qué era lo que había sucedido.

Estaba sudando, respirando inestable y con su corazón a mil por hora mientras las imágenes de su sueño se repetían a mil por hora. Un sueño bastante intenso que lo dejó pensando más de mil cosas.

Había tenido sueños húmedos antes, toda clase de fantasías sin compresión aparente, desde aquel chico rubio de rizos con él en todos los aspectos posibles, más allá del sexual, pero nunca, nunca las había tenido con otro hombre.

Hasta que llegó Riki.

Soñó con él, había soñado con su pasante, estaban en playa, juntos, sobre la arena. Él tomando sus piernas mientras se enterraba en Riki y lo escuchaba volverse un desastre, junto con la arenilla molestosa metiéndose en lugares que no deberían. El sueño era tan incómodo que no sabía cómo lo había disfrutado, o siquiera como se había tocado pensando en eso.

Estaba horrorizado.

Y era poco.

Tapó su rostro con sus manos sintiendo un terrible dolor de cabeza dominarlo mientras que a su alrededor todo estaba oscurecido, las olas chocando contra la bahía furiosas. Aún era de madrugada.

Soñó que estaba follándose a su pasante, ¡a su pasante! A ese niño odioso de bonitos ojos y linda sonrisa, ni hablar de su risa extraña que provocaba cosquillas en su interior.

Dios, tenía veintiocho años, no debería estar sintiendo ese tipo de cosas sin coherencia, mucho menos creándose imágenes en su cabeza ni soñando con quien estaba a su lado allí, solos, por contrato.

Un niño extrañamente roto que lucía bueno, alguien de corazón puro.

Rascó su cabeza con ambas manos, despeinándose. Se estaba estresando profundamente con esa situación y se sentía asqueroso, terriblemente asqueroso, porque se había tocado e imaginado cosas indecentes con su pasante, teniendo prometida, que lo amaba incondicional. Sentía como si estuviera poniéndole cuernos a quien tanto lo respeta, a alguien dulce.

Pero aún así no se detenía, no ponía un alto cuando esos lindos labios tomaban a posesión su boca, cuando sus manos tocaban su cuerpo. ¿Por qué él provocaba eso? ¿Qué clase de droga tenía Riki incluida?

Sus pensamientos atareados se vieron interrumpidos por unos gritos masculinos, aterrorizados. Varias alarmas se encendieron en todo él y su cuerpo reaccionó por si solo, levantándose de un golpe del filo de su colchón.

Corrió pasillo abajo, siguiendo el sonido de aquellos gritos aterrorizados además de estar llamando a alguien que no lograba descifrar, era un nombre algo parecido pero no lograba identificar de quién.

La habitación de Riki, de ahí provenían los gritos.

Entró sin tocar la puerta y encontró a Riki removiéndose en la cama. Estaba teniendo pesadillas y no podía siquiera levantarse para reaccionar.

Se trepó a un lado del colchón y tocó repetidas veces su hombro, buscando despertarlo o hacer su esfuerzo ya que seguía gritando aún con los ojos cerrados. Sumido en su pesadilla.

Aquellas pestañas onduladas se movieron con ligereza y se abrieron de a poco, mostrando un par de ojos dorados que al verlo se llenaron de lágrimas.

Oh, no. Otra vez lloraba.

—J-Jefe... —titubeó.

Tomó una gran respiración y pasó una mano por su rostro, alejando un par de rizos y limpiando con la yema de sus dedos un par de lágrimas.

Ocean Eyes 『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora