Bendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus.
Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida.
El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...
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La temperatura descendía, en el cielo oscuro se tejían las más brillantes estrellas con una luna menguante que invitaba a soñar despiertos.
Calles empedradas de empinadas subidas, música típica en cada esquina, ese olor tan propio de la naturaleza encantada, casas estilo colonial con sus maravillosas fachadas coloridas; un lugar de ensueño para todo el que lo visitaba.
Pueblito mágico, lleno de encanto.
Pero en las entrañas de cada rincón del mundo se esconde la verdadera esencia, la realidad de los que simplemente no tuvieron tanta suerte, la de los seres olvidados por una sociedad indolente, los invisibles, esos habitantes de la calle que solo reciben indiferencia, los que aprendieron a sobrevivir en medio de la caótica frustración del vicio, la soledad y la basura.
Camaleones de la vida, adaptando su piel al inclemente frío de la noche, estómago de hierro cuando los filos del hambre desgarran el alma; guerreros con improvisadas armas para defender la poca energía que aún late dentro de su pecho.
Seres humanos como tú y como yo; con historia, emociones y un pasado que los marcó, se alejaron del mundo; viven entre nosotros pero no son de nadie porque la única diferencia es que sus sueños caducaron cuando el laberinto no tuvo fin.
No escogemos dónde nacer, llegamos al mundo con un propósito, aunque nos cueste años descubrirlo.
Descansando nuestra cabeza en una fina almohada de plumas con funda de seda o en la frialdad despiadada de una caja de cartón, todos, absolutamente todos tenemos una misión; solo es cuestión de abrir el corazón, aprender y fluir.
Es justo ahí, en el vértice del mundo donde lo inesperado sucede y los encuentros furtivos desatan quimeras...
— ⟨Venus, no deberías salir sola a esta hora hija⟩ — advirtió la dulce voz del otro lado de la llamada
— ⟨Tranquila abuela; es un pueblo muy seguro, además, sabes que encerrada me aburro. Salí a tomar algunas fotos⟩
— ⟨Mi niña, añoro el día que un príncipe o una princesa te haga sentar cabeza o al menos que te acompañe en cada loca aventura que tienes en mente⟩
— ⟨Jaja te escucha mi mamá decir eso y créeme que le da un infarto⟩
— ⟨Es una anticuada y amargada, que diga lo que quiera. Además, me muero por un bisnieto, y sé que pronto llegará, hay tanto amor en tu camino, será algo distinto, mágico, intenso, pero, se ve tan nublado, inconexo, enigmático⟩
— ⟨¡¡Abuela!! ¿Volviste a leerme las cartas?⟩ — preguntó prediciendo la respuesta
—⟨Claro que no, bueno, solo un poquito⟩ — un largo y pícaro suspiro se escuchó al ser descubierta —⟨Estaba preocupada es todo, el tarot calma mi ansiedad, me da tranquilidad, enciende mi luz interior, además de mostrarme que estás a salvo por supuesto⟩