El temor a lo desconocido se hace más fuerte cuando nuestro corazón nos empuja al riesgo, ese instinto natural por ceder a la honestidad.
Tamara observó por segundos la mano extendida de Venus frente a ella, una piel blanca de apariencia suave, adornada con un anillo en el dedo índice, las uñas cortas perfectamente arregladas en tono pastel, un sencillo reloj plateado y algunas pulseras de colores un tanto graciosas; lucía inmaculada pero tierna.
— ¿Me dejará con la mano estirada?
— ¿Te intentas burlar de mi verdad, muchachita?
— Jamás haría algo así, pero si le molesta entonces no insisto más — retiró la mano con suavidad hasta llevarla a su cámara nuevamente — buenas noches, un gusto conocerlas.
Venus giró dándole la espalda, sabía que era una jugada arriesgada, podía conseguir su objetivo o definitivamente quedar con ese terrible sabor de boca de un desprecio para ella injustificado.
Tres pasos dio, solo unos centímetros logró alejarse para que el universo conspirara a su favor.
— Aish — rezongó bajito antes de ceder — Tamara, así me llamo. Tamara Ruíz; tengo 35, y me dedico a varias cosas, como el reciclaje ¿Contenta?
La joven apretó fuerte los ojos y una preciosa sonrisa se le dibujó en el rostro; después de todo logró lo que tenía en mente, pero había algo más, su corazón necesitaba inexplicablemente ganarse la confianza de esa temerosa dama de la calle, podía ser tan necia y orgullosa que la impresionó.
En un suspiro giró nuevamente hasta topar con los ojos gris que ahora la detallaban con menos recelo.
— Encantada en conocerla Tamara.
La extremidad derecha de Venus otra vez extendida frente a ella, la linda harapienta no tenía escapatoria. Sería la primera vez en mucho tiempo que saludaría de ese modo a una completa extraña y eso resultaba tan incómodo como intimidante.
Con un temblor en el estómago disimuladamente se limpió la mano derecha en la parte posterior de su camisa para luego con una rapidez asombrosa sujetar la mano de Venus en ese anhelado saludo. Lo hizo fuerte, veloz y sin pensarlo mucho, tratando de salir pronto de aquella encrucijada, pero la joven fue mucho más rápida y atrapó la increíblemente suave mano entre la suya provocando un leve chillido.
— ¡Aush! — retiró rápido su brazo cruzándolo en la espalda.
— ¡Ay por Dios! ¿Está bien? ¿La lastimé?
— Todo bien — asintió sin mirarla.
— Es que a veces se corta las manitas y le duele — interrumpió la pequeña Vida acercándose a ellas nuevamente.
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𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀
RomanceBendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus. Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida. El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...