𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀

xxxᴠɪɪɪ - ɢʀᴀᴄɪᴀꜱ ᴘᴏʀ ᴛᴀɴᴛᴏ

El miedo de perder puede tener dos caminos, el orgulloso que se aferra a la inseguridad o el bondadoso que transita por las sendas del amor.

Un duelo de miradas entre Venus y Leticia habló más que libros completos dónde se descubre el ser; Tamara justo en medio no sabía exactamente que hacer, estaba totalmente anonada, por un lado feliz de ver ahí a su familia y por el otro complemente avergonzada de haber dudado al menos del inmenso amor de su novia, el rechazo que había tenido no era más que un secreto para darle la más linda sorpresa.

- No es nada de lo que imaginas mi cielo.

- No estoy imaginando, solo observo las realidades que me perdí durante meses.

- Estás equivocada Venus.

- ¡Tu te callas Leticia! - exigió con enojo, enfrentando al fin a esa que por tanto tiempo fue su sombra - esto es un asunto entre mi mujer y yo; mía aunque te cueste entenderlo - advirtió - Además, no quiero que mis hijos se vean envueltos en esta particular dinámica de trabajo. Vamos muñequita.

- Mi cielo, espérame amor - pidió sin éxito la ojos claros al verla dar media vuelta para marcharse empujando la carriola con una mano y tomando a la pequeña Vida de la otra.

- Eres una niña Venus, definitivamente no la mereces.

- ¡Leticia ya basta! - sentenció Tamara dándose cuenta de la enorme confusión que había creado, de las falsas esperanzas que aún le daba a esa pelinegra que estaba enrojecida pero totalmente decidida a luchar - no te permito que le hables así y por favor, ya no te metas en mis cosas

- ¿Y tú si la mereces niñita? - con unos celos que le carcomían el alma giró la sagitariana ignorando todo a su alrededor.

- Vámonos a casa amor - suplicó Tamara tomándola suavemente de la cintura para hacerla desistir de cualquier ataque; jamás le había visto una postura más erguida y desafiante - hablemos a solas - con una disimulada seña hizo centrar la atención de Venus en los niños.

- Lo haremos, tal como lo hicimos hace unos meses en la azotea - alzando la mano agitó sus dedos mostrando el anillo de compromiso - te amo Tamara, y siempre elegiré creerte aunque tengas que explicarme muy bien lo que ví; pero ella me va a escuchar. Quédate un momento con los niños por favor.

- Venus ¿Que vas a hacer? - musitó muy cerquita de ella sin dejar de mirarla.

- Lo que tuve que hacer hace tiempo.

Absolutamente segura Venus le señaló a Leticia que salieran del lugar; eran pocas las palabras que habían cruzado desde la noche de aquella fallída cena. Para la sagitariana la lealtad era el pilar de su relación y a decir verdad, confiaba en su mujer a ojos cerrados pero no iba a permitir que esa pelinegra siguiera tomándose atribuciones que no le correspondían ¡Ya no!

- ¿Que pretendes Leticia? - preguntó sin tanto rodeo - ¿No entiendes aún que Tamara está conmigo?

- Eso lo tengo muy claro.

- ¿Entonces por que insistes? Ten dignidad.

- Lo hago porque Tamara lo vale, porque ella tiene magia y tú no la sabes valorar. Así que claro que tengo dignidad, también valentía para luchar por lo que quiero, y de frente te lo digo: la quiero a ella.

- Eres una descarada - perdiendo por completo la cordura levantó su mano llevándola justo a la mejilla de la mujer, una fuerte cachetada que removió el orgullo - no te le vuelvas a acercar.