¡Estaba hecho!
Saliendo airosa, con la frente en alto y junto a la mujer que estaba siendo su más fuerte apoyo; Venus presentó la renuncia a Andrés, no sin antes enviar un imponente correo a los dueños de la constructora informando el terrible manejo que aquel déspota hombre le daba a su área encargada en la compañía.
— ¿Cómo te sientes, niña? — preguntó Tamara apenas salieron.
— No lo sé, asustada, impactada pero feliz, tranquila. Gracias, sin ti creo que jamás hubiese sucedido.
— No sé cómo sentirme con eso, llevo un día junto a ti y ya no tienes trabajo.
— ¿Qué te parece? ¡Me estás cambiando la vida!
— Graciosa — rodó los ojos ante esa siempre extraña positividad aún en el caos — me caía mejor la Venus llorona que la loca.
— Pues a mí me agradan todas tus versiones, a ver, pide el ascensor.
La ojos grises la miró con esa mezcla de diversión y altivez, en el fondo le gustaba que la retara constantemente así que con total seguridad lo hizo.
— Pero no me sueltes — reclamó mientras ingresaban al aparato
Venus sonreía con disimulo al verle esas graciosas expresiones en el rostro, sus manos parecían fundirse en una sola de lo fuerte que Tamara la apretaba, pero una vez más logró confrontar el miedo; a penas se montaron al auto el rumbo fue la libertad. No había compromisos ni horarios y si bien el futuro se hacía incierto el presente debían vivirlo.
Luego de llamar a la abuela Ruth y verificar que esas dos se encontraban felices en el apartamento cocinando un pastel, Venus decidió mostrarle un poco la ciudad y el corazón se le estremecía de ternura con esos ojazos repletos de asombro antes los detalles que para ella eran tan cotidianos.
— ¡Vaya! — expresó en tono bajito Tamara recostando su cabeza en el asiento mirando fijamente por la ventana.
— ¿Qué sucede?
— ¿Te das cuenta la cantidad de niños trabajando solos? Están tan flaquitos, tan pequeños, tan frágiles; no es justo.
— Lo sé, sabes que es una de las cosas por las que te admiro tanto; a pesar del lugar donde vivían jamás dejaste que Vida estuviera así en la calle, pidiendo dinero como esos pequeñitos.
— Jamás lo haría, así tuviera que trabajar de sol a sol; mi hija tiene que ser grande Venus, tengo pobreza en el bolsillo, no en la mente y sé que ella logrará todo lo que desee, para eso estoy ahí.
— Eres una mamá asombrosa, una mujer increíble... Tamara ¿Y el papá?
La expresión en el rostro de la dama cambió, el ceño fruncido, los hermosos ojos oscurecieron, los brazos cruzados justo en su pecho que subía y baja con la respiración cortada por la absoluta rabia que se apoderaba de ella.
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𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀
RomanceBendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus. Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida. El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...