A veces planeamos tanto un momento que olvidamos que solo somos fichas en un ajedrez llamado vida; el destino nos mueve a su antojo para darnos las lecciones más importantes.
A pesar de esa personalidad arrolladora e impaciente que poseía, Tamara en todo momento mantuvo la calma; corrió tomando a Venus por la cintura ayudándola a sentar mientras localizaba a la abuela para avisarle que la hora había llegado mucho antes de lo estipulado.
— Respira mi amor, como nos dijo la doctora. Nariz, boca, nariz ¿Te duele mucho?
— No, no me duele nada.
— ¿Entonces por qué lloras mi cielo? No tengas miedo, estoy aquí. Ella nos dijo que era normal si sangrabas un poco al romper fuente. Nuestro principito viene.
— Pero faltaban 3 semanas Tamara, además...
— ¿Además, qué? Venus amor, dime.
La sagitariana con absoluto cuidado tomó la almohada que utilizaba para mostrársela; la funda tenía algunas gotas de sangre que habían salido de su nariz minutos atrás, un fuerte mareo y la vista nublada le indicaron que algo no estaba bien; además, su corazón lo presentía y así se lo dejó saber a su mujer.
— Ay por Dios, no te muevas cielo. Te juro que todo estará bien, te lo juro. La abuela ya viene.
— ¿Y mi muñequita? Casi sale del curso...
— No te preocupes por nada amor, yo lo resolveré. Acuéstate Venus por favor.
Con mucho cuidado la ayudó a recostarse al espaldar de la cama no sin antes dejar un suave beso en el abdomen y susurrarle bajito a su pedacito que lo estaban esperando con todo el amor.
Pero el tiempo no daba tregua, la presión de Venus seguía subiendo descontroladamente sin al menos notarlo; observaba en silencio a Tamara moverse de un lado al otro hablando por teléfono mientras terminaba de recolectar los documentos que necesitarían.
— Tamara, amor...
— Mi cielo ya viene subiendo la abuela y le pedí a Adela que nos ayude con Vida — respondió buscándole los zapatos.
— Tamara — llamó de nuevo entre dientes.
La nariz nuevamente había comenzado a sangrar, las manos le sudaban frío y la cabeza repetidamente comenzó a darle vueltas con una especie de punzadas que por instantes la hacían temblar.
Cuando la ojos grises giró para prestarle toda la atención y ayudarla a ir a la sala donde esperarían a Ruth, el alma se le salió del cuerpo; la palidez era evidente, la sangre pintaba el terror del momento y los ojitos color miel que tanto adoraba perdían el brillo con ese tono rojo por los capilares lesionados.
— Vámonos ya, no hay tiempo de esperar a la abuela. Vamos amor, vamos.
Tamara reconoció los síntomas que la doctora les habló durante una de las consultas mensuales; el reposo era fundamental para llevar el embarazo a término pero también podía tener complicaciones, la falta de actividad traía consecuencias como coágulos sanguíneos o hipertensión.
— Espera Tamara, mi reina — susurró tomándola fuerte de la mano — está pasando lo que la doctora dijo ¿Entiendes lo que quiere decir?
— No, por supuesto que no — negó con miedo — los dos van a estar bien, los dos Venus. Vámonos ya, levántate.
— Escúchame, mi reina escúchame — suplicó limpiando la sangre de su rostro con una toalla desechable — tengo la fe de que saldrá bien, pero ambas sabemos que complicarse resulta una posibilidad. ¿Recuerdas que lo hablamos una noche? Valentín se ha aferrado a mí, a vivir. Si algo sale mal...
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𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀
RomanceBendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus. Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida. El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...