La oscuridad le daba paso al día majestuoso, los tímidos rayos de sol comenzaban a asomarse por la ventana acariciando la piel, despertando los sentidos a nuevas realidades.
Tamara aún con los ojos cerrados soltó un largo, intenso y particular suspiro al ser presa de dos seres que seguían durmiendo profundamente; una a cada costado, dejándola a penas moverse. Pero había algo más, el vehículo poco avanzaba.
Sus párpados se fueron despegando poco a poco; enormes edificios fue la postal de bienvenida a esa nueva vida; por supuesto que sabía que existían construcciones altas, pero vaya que verlos era una cosa de locos.
Con las pupilas dilatadas y el corazón lleno de asombro e ilusión como una niña descubriendo el mundo despertó cuidadosamente a Vida para compartir la maravilla ante sus ojos. La pequeña frotó su rostro dejando salir luego un enorme bostezo, por segundos no supo dónde estaba hasta que mamá le señaló la grandeza arquitectónica que las rodeaba; el lento avance del vehículo no era otra cosa que el siempre congestionado tráfico citadino.
— ¿Llegamos?
Venus se incorporó lentamente tocando la parte izquierda de su cuello que había sufrido las inclemencias de la posición sobre el hombro de esa mujer con la que despertaba por segunda vez.
— Creo que eres tú la que debe saber eso — respondió Tamara con la voz algo ronca causando una hechizante sensación en la ojos miel — ¿Dormiste bien?
— ¿Que? Ah sí, sí — aclaró la garganta estirando un poco el cuello hacía los lados — lo hiciste otra vez; creo que eres mi amuleto de la suerte para el sueño.
— Supongo que soy la única que aguanta ese monólogo que haces a penas te duermes — burló divertida frente a esos ojitos tiernamente ofendidos que hizo Venus.
— Ay por favor, yo no hablo dormida. Al menos nunca me lo habían dicho.
— Pues tus novios han tenido que estar sordos.
La sonrisa que estaba a punto de nacer de los labios se Venus se vio pausada, no era el momento ni el lugar adecuado para revelar aquello que no todos toman bien, mucho menos un alma impredecible cómo la de Tamara.
¿Cómo decirle que no eran novios si no novia?
Si, solo con una persona había dormido en toda su vida, Arantza, quizá por eso el mal apego que por años la marcó, claro que había tenido relaciones antes, incluso con algún chico, pero jamás pasaba la noche con nadie, era algo así como su política de relaciones en esa alocada juventud que tanto disfrutó...
— Supongo...
Fue lo único que pudo expresar para luego desviar toda la atención al camino, fueron dejando al personal uno a uno durante el trayecto en la ciudad hasta que llegó el turno de ellas; a los pies de un enorme edificio color blanco con balcones en vidrios de colores estacionó el autobús. Venus descendió primero marcando el camino; Tamara solo pudo mirar hacia arriba, en verdad era grande aquel lugar y su corazón comenzó a marchar rápido con ese miedo tan oculto que pensó jamás tendría que enfrentar de nuevo.
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𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀
RomanceBendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus. Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida. El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...