𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀

xxᴠ | ɴᴏᴄʜᴇ ᴘᴀʀᴀ ꜱɪᴇᴍᴘʀᴇ.

⚠️ *ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ ᴇɴ ᴇᴅɪᴄɪÓɴ* ⚠️

Tomadas de la mano, caminaron entre los senderos dejando atrás las hermosas cabañas familiares, divisando el hotel que sería testigo del profundo amor que sus corazones albergaba.

Venus mantuvo con ella todo el tiempo la tarjeta de acceso a esa maravillosa suite adornada con pétalos de flores amarillas, delicioso olor a cereza y sobre la cama una caja negra con un gran lazo dorado, no podía hacer otra cosa que el regalo de Ruth.

La sagitariana por segundos se intimidó, conocía perfectamente los alcances de esa mente liberal de la abuela, pero Tamara ni siquiera lo notó, estaba extasiada, totalmente fascinada con lo que tenía delante de sus ojos, ni en sus sueños más hermosos imaginó estar en un lugar así.

¿Quién le iba a decir que al final su cuento de hadas terminaría siendo tan perfecto?

Aunque intentó controlarlo, de sus bellos ojos grises bajaron algunas lágrimas repletas de sentimientos, había tanto amor en su corazón como el que nunca imaginó que existía. Venus la enloquecía y le daba paz, la alteraba pero podía calmar su implacable personalidad en segundos, sí, definitivamente en su hermosa muchachita lo tenía todo y más.

— ¿Porque lloras mi amor? — preguntó la ingeniera viendo esos ojitos empañados — ¿no te gustó? ¿Te arrepentiste de estar aquí? Bonita, podemos esperar el tiempo que sea.

— No me gustó, me fascinó y jamás me arrepentiré de estar a tu lado. Solo que no puedo creer todo lo que ha pasado, esa Tamara que nació en la calle, la que había perdido las esperanzas de absolutamente todo ni siquiera reconocería a la que soy hoy, una mujer que ama y la aman, en un lugar precioso, junto a mi hija, formando esa familia que tanto anhelé. Te amo Venus, con cada fuerza que aún le queda a mi corazón, te amo.

Un beso fue irremediable, sus labios chocaron en el roce más sutil, lento, dulce.  Dejando fluir todas las emociones, abrazadas tan fuerte que aparecían un solo cuerpo.

— Tamara, sabes que tuve mucho miedo a tu amor, terror a qué solo estuvieras confundida y me negaba a aceptarlo; pero cada vez que me besas de esta manera, me confirmas que sientes lo mismo que yo y soy tan feliz como jamás imaginé. Te he necesitado cada día de mi vida y ni siquiera te conocía. Jamás he creído amores perfectos pero tú eres mágica.

— Quiero que así seas siempre mi cielo, reconozco que soy un poco arrebatada, ignorante en tantas cosas, que no tengo nada que ofrecerte pero si algo puedo jurarte es que nadie Venus, nadie en esta vida te va amar como lo estoy haciendo. Siempre quiero estar enamorada así, sentir mariposas en el estómago al verte, despertarme sonriendo porque se que estás ahí — sonrío negando repetidamente — hasta que cursi me he vuelto por tu culpa, niña.

Las lágrimas le dieron paso a las más divertidas sonrisas, esa guapa leona se separó con cuidado de Venus quién no dudó en ir detrás de ella abrazándola por la espalda llenandole el cuello de besos.

Tamara una vez más admiraba todo a su alrededor, las luces, la vista de ese balcón que dibujaba el mar esplendoroso de fondo, las sábanas tan suaves y claro, esa extraña caja sobre la cama gigantesca.

— ¿Y eso?

— Según la abuela, un regalo — la detuvo fuerte de la cintura al ver su carita de emoción — espera, espera amor. No me hago responsable de lo que haya ahí, sabes lo extraña que puede ser.

— Ay Venus, no seas exagerada. Ya me dió curiosidad — con inquietud destapó el paquete quedando algo confundida — ¿Que es eso?