La impresión de un momento fuera de todo contexto, el miedo irracional a lo que jamás se esperó.
Venus comenzó a temblar, su positivismo ante la vida era inversamente proporcional a la forma de digerir las emociones; pero el interior tuvo sosiego al percibir las manos de la abuela sobre sus hombros con pequeños toques rítmicos y por supuesto, la dulce mano de Tamara que tímidamente tomaba la suya aún sabiendo que los ojitos de Vida estaban sobre ambas.
— ¿Te sientes mejor? — cuestionó Ruth al oído — ¿Nos devolvemos?
— Si, si. Es lo mejor, devolvernos — intervino la ojos grises asustada — necesitas descansar Venus por favor, te lo pido...
— Tranquilas — pidió respirando profundamente — no pasa nada, es solo que olvidé enviar un correo importante, lo recordé justo ahora. Perdón por frenar así.
— ¿Seguro? — en un susurro la interrogó Tamara tratando de descifrar esa expresión que jamás le había visto.
La sagitariana solo asintió sonriendo levemente pero el corazón le palpitó desbocado al contemplar el calmado pero tan especial abrazo de Vida por un costado; la pequeña quedó de pie entre los dos asientos delanteros envolviéndola en sus pequeños bracitos.
¡La respuesta del amor puro!
Tamara sonrió orgullosa y sentimental pero Venus tragó tan amargo que le ardió hasta respirar; si, le dolía su pequeña muñequita, suficiente conflicto le había causado enamorando a su mamá como para ahora resultar dándole ¿Un hermano? ¡Que locura!
Ignoró cualquier pensamiento, no arruinaría su viaje por nada del mundo.
Pasaron el día en una playa cercana a donde se hospedaron, el malecón estaban repleto de artesanos, música, colores. Para ella la sonrisa de Tamara y Vida lo era todo, pero vaya que la abuela la conocía perfectamente, detrás de esos ojos de enamorada estaba la más enorme preocupación.
— Respira profundamente hija, no permitas que la ansiedad gane terreno en tu mente; controla los pensamientos, no dejes que ellos te dominen — le habló Ruth casi al oído viendo a lo lejos sobre la arena a Tamara y Vida jugar divertidas — ¿Que posibilidades hay? — bajando la mirada hacia su vientre hizo obvio el rumbo de la pregunta.
— Una en un millón abuela, no es posible.
— Los bebés no son premios por jugar a la lotería, se hacen por tratamiento o teniendo relaciones... ¿Cuál fue?
— La última vez que salí — tartamudeó — semanas antes de viajar estuve en una fiesta, pero abuela te juro que no recuerdo nada, absolutamente ningún detalle, estaba tomada, dolida — confesó cubriéndose el rostro con las manos — yo quería olvidarme de todo, tenía jodida la vida y lo sabes.
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𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀
RomanceBendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus. Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida. El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...