Los mitos de esos corazones que perdieron la fe cuentan que las esperanzas se borran con el pasar del tiempo, con cada dolor instalado en lo profundo del alma, con cada decepción de lo que pudo ser, con cada injusticia, con cada desamor; pero justo ahí, en el fondo, casi en el olvido, al borde del abismo de lo imposible esta guardado la magia de que de una u otra manera, de forma insospechada va a ocurrir lo inimaginable, se hará realidad cada sueño y la felicidad llegará tan inmensa que no sabremos distinguir la realidad y solo nos queda aprendiendo de lo que fuimos pero sobre todo agradecer lo que somos.
Una noche que habían deseado con locura, cada segundo desde que se conocieron, pero sobre todo luego del instante en que se los prohibieron por cuidar la vida de su pequeño; al fin sucedía.
El amor resultaba envidiable en dos cuerpos sedientos del otro; Tamara la recorría a besos, centímetro a centímetro, sin dejar espacio de piel libre por dónde sus labios no transitan. La estaba adorando a su modo, tierna y salvaje; y Venus, ella solo se dejaba amar, por primera vez se entregaba sin recato alguno, dejando a un lado cualquier pizca de dominio.
Sencillamente donde dos almas se aman no hay cuerpos con roles que la mente impone.
La boca suave de la ojos grises devoraba esos senos que se mostraban maravillosos producto de la maternidad; con caricias vencía el miedo que Venus tenía de no tener ese cuerpo con el cuál la conoció. Bajando lentamente hizo una línea delicada por su abdomen hasta instalarse en aquel vientre que ahora dibujaba una cicatriz, la marca del amor profundo; el sentimiento las invadió y fue imposible no mirarse a los ojos, las lágrimas fluyeron sin poder contenerlas.
— Sin ti me moriría — musitó Tamara dejando pequeños besos en la línea donde esa cesárea que trajo vida y casi le arrebata el corazón se encontraba.
— Juré estar a tu lado siempre y así será — le acarició con todo el amor el cabello — eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
— Te amo muchachita mía...
Sus labios se deslizaron cada vez más abajo hasta apoderarse de una feminidad inundada en placer, los fluidos de Venus eran su más dulce vicio, la locura donde la cordura se estrellaba con la magia de un placer compartido.
El cuerpo entero de Tamara deliraba escuchando esos gemidos fuertes de su mujer al percibir la forma tan rica de amarla; la ojos grises adoraba saber que esos sonidos tan sensuales eran provocados por ella.
¡El sonido del amor!
Durante largos y magníficos minutos el movimiento de la lengua de la Leona predecía el punto máximo de éxtasis de esa sagitariana que estaba rendida, enloquecida; apretaba fuerte las sábanas para dar soporte a la hoguera encendida que le quemaba las venas.
— Tamara, amoooor...
La espalda ligeramente arqueada, la rigidez de sus pezones en máxima expresión, la tensión de cada poro de la piel, jadeos desesperados y los dedos enredados en el cabello de Tamara, aferrándola a su ser. Un orgasmo sin igual.
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𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀
RomansaBendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus. Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida. El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...