ᴠɪɪɪ | ʜᴀꜱᴛᴀ ɴᴜɴᴄᴀ

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Hay un despertar a la vida y otro muy distinto a la realidad

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Hay un despertar a la vida y otro muy distinto a la realidad.

Venus al tratar de abrir los ojos se desconcertó, la escasa luz, el frío que se colaba por el piso de cemento rústico directo al delgado colchón, una mano sosteniendo la suya con devoción y ¿un pequeño gatito ronroneando en la pierna derecha?, ese definitivamente no era su espacio. Se sentó de golpe, asustada por segundos hasta que la realidad la cobijó y solo pudo sonreír recordando donde estaba.

- ¡Carajo! - saltó alerta Tamara soltándole la mano en el acto - ¿me quieres matar del susto?

- Buenos días para usted también - la curva en los labios de Venus no desaparecía a pesar de que era difícil abrir por completo sus ojos color miel.

- No tienen nada de buenos - refunfuñó tratando de levantarse, pero para su mala suerte el pequeño felino se atravesó haciéndola tropezar - Ay...

- ¡Tamara, cuidado! - musitó sosteniéndola de la cintura tan fuerte que la atrajo contra ella para evitar lo que era un evidente tropiezo.

Una sobre la otra, así quedaron. Tamara estaba literalmente sentada sobre las piernas de Venus, con su cintura presa de esas cálidas manos y la agitada respiración chocando contra su cuello.

- ¿Está bien? - susurró la ingeniera con esa electricidad corriendo por sus venas, jamás sintió algo igual.

- Estaré bien cuando te vayas de aquí, cuando no te vuelva a ver ¡Ash! - se levantó repleta de frustración por esa sensación tan extraña que también la envolvió pero quiso ignorar.

- Si, amaneció de buen humor - habló de forma inaudible, casi entre dientes con sarcasmo al ver a ese huracán hecho mujer pelear hasta con el aire que respiraba, se veía tan graciosa - por cierto, no sabía que tenían mascota.

- Esa cosa no es una mascota.

- No le diga así, pobrecito - lo cargó contra su pecho, muriendo de ternura pues se dio cuenta que era solo un bebé - es precioso.

- Te lo puedes llevar, así no los veo más ni a él ni a ti.

- ¿Se puede saber por qué está enojada conmigo? ¿Yo que le hice?

- Existir, eso hiciste. Aparecer de la nada haciendo obras de caridad que nadie te pidió - hablaba entre susurros frenéticamente - estoy cansada que todo el que supuestamente me quiere ayudar termine hundiéndome más....

"Existir", el corazón de la sagitariana no lo resistió, era una mujer fuerte, el positivismo en esencia, podía adaptarse a todo con una sonrisa en el rostro; menos al desprecio sin justificación, lo había sufrido tanto durante toda su vida que no estaba dispuesta a seguir haciéndolo; aprendió a golpes que en el lugar donde no era querida o debía achicarse para caber era mejor no estar.

𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora