Vivir un amor tan inmenso nos toca el alma elevándola a cielos de libertad absoluta; pero saber en riesgo a ese corazón que late fuera de nuestro pecho nos encierra en una jaula de frustración.
Tamara llamó a la abuela lo más rápido que pudo, gritó con desespero desde la entrada de la cabaña por ayuda; toda una movilización para ayudar a esa dama que estaba totalmente inconsciente tendida sobre la cama con un sangrado cada vez mayor.
— Venus, mi cielo no me hagas esto amor — acercándose trató de hacerla reaccionar, pero nada funcionó — ¡Carajo!
Era tanta la adrenalina que corría por las venas de esa fiera ojos grises que sin pensar un segundo más tomó a la mujer que amaba entre sus brazos, la cargó hasta el pasillo externo dónde por fortuna el personal del complejo turístico reaccionó de inmediato con la asistencia médica.
— ¡Tamara! — se escuchó la voz de Ruth cada vez más cerca de la mano de Vida — Hija vine lo más rápido que pude ¿Qué pasó?
— Tu- tuvo... — la presión en su pecho no le permitía hablar, el llanto no salía solo le cerraba la garganta impidiendo el paso del aire.
— Hija, mírame. Respira conmigo, mírame
Tomándola por los hombros logró calmarla con respiraciones pausadas acompañada de esa dulce mano de Vida tomando la suya.
— Le dio una de esas crisis dónde no puede respirar bien, pero comenzó a manchar, es mi culpa — sollozó — yo la hice enojar y ahora la tienen ahí en la sala revisándola, no me dejan entrar.
— ¿Sangrando, por dónde? — en medio del impacto fue lo único que pudo preguntar Ruth temiendo lo peor
— Me dijo que anoche se hizo una prueba, fue positiva — sin poder controlarse la abrazó dejando fluir su más grande miedo — yo no quiero que lo pierda abuela, no quiero.
La solo idea de que Venus sufriera le rompía el alma, pero imaginar que dentro de ella estuviera creciendo un pequeño ser y que ahora estaba en peligro la enloquecía. No quería, ni podía permitir que nada les pasará.
— Hay que trasladarla de inmediato, no hay respuesta.
— Yo voy con ella — intervino Tamara sin dudarlo — ¡Pero ya! ¡Apúrense!
La abuela solo asintió dejándole saber que ella las alcanzaría en el auto junto a Vida; antes de partir no pudo hacer más que tocar por unos segundos el vientre de esa nieta que estaba cada vez más pálida.
Durante el recorrido hasta la ambulancia que estaba esperando en la entrada del hotel Tamara no le soltó la mano ni un momento, cada vez que podía le hablaba al oído dejándole saber que todo estaría bien, que ahí estaba a su lado y que las dos lo podían todo.
ESTÁS LEYENDO
𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀
Roman d'amourBendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus. Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida. El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...