Bendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus.
Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida.
El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...
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⚠️SPOILER ALERTA CONTIENE PERSONAJES DE OTRAS HISTORIAS.
Hay momentos que se vislumbran inalcanzables, amores tan profundamente intensos que parecen de cuentos fantásticos que no llegarán jamás a la realidad; pero cuando la persona correcta se cruza en tu camino los paradigmas se rompen, lo imposible se transforma en verdad y lo lejano nos pisa los talones persiguiendo nuestro andar hasta llevarnos a la felicidad....
Tamara durante semanas planificó la cena que sería clave en su relación; un instante hermoso que con todo el esfuerzo logró llenar de buen gusto; desde que era una jovencita se perdía en las páginas de las revistas que vendía en la calle, esas donde anunciaban los compromisos de las celebridades que tanta ilusión le daban y fue ahí, en lo más profundo de su corazón que guardó las esperanzas de un día vivirlo pero vaya ironías de la vida, el único príncipe de su historia estaba dentro del vientre de la mujer que le robó el alma en un beso, de su reina. Los papeles estructurados no valían de mucho, pero los anhelos se convertían en ventura.
La abuela ayudó en la decoración, el menú y los vestidos; Vida se encargó de entretener a Venus el día entero con divertidos cuentos del colegio.
— ¿Me dirás la verdad ya? — susurró Ruth asomándose a la habitación de la ojos grises haciéndola brincar del susto
— Ay abuela ¿Por qué todos se empeñan en asustarme? — cerrando fuerte los ojos giró rápido escondiendo las manos en su espalda —¿Qué verdad?
— No necesito usar los dones que el universo me dio para leer tus ojitos; vestidos lindos, comida rica, música, velas; no es una cena común de sábado.
— No, no lo es — suspiró vencida asomándose a la puerta para luego cerrarla con cuidado — no me gusta contar mis cosas porque generalmente me sale todo mal, pero, creo que ya está listo para ser perfecto.
— ¿Le dirás hoy a Venus sobre lo bien que marcha el negocio?
— Aún no, espero recuperar la cadena la próxima semana. Además, ya reuní para la nueva bicicleta. Abuela ¿Crees que ella se sienta orgullosa de mí?
— Estoy segurísima hija, de hecho, ya lo está — aseguró — y yo también, es increíble tu fuerza de voluntad, tus ideas, tu persistencia.
— Por mi familia lo haría todo — sonriendo develó aquella cajita que aún tenía en sus manos — está es la razón de la cena.
— Aww no me digas — llevando las manos a su rostro contuvo sus enormes deseos de gritar de absoluta alegría — por favor hija que belleza.
Sin poder contener la emoción ambas se fundieron en un abrazo; Ruth sabía perfectamente cuánto se esforzaba a diario Tamara en su labor como empacadora y la manera tan pulcra de encaminar el visionario proyecto del reparto a domicilio; ese anillo con una piedra preciosa no era más que la demostración del más grande amor hacía su nieta.
