El idilio vive en el corazón de quién lo siente; en esas almas enamoradas que pueden jurar que la perfección existe; pero la vida es más que eso, la vida es confusamente imperfecta.
El silencio reinó por segundos, un momento fuera de sí en el que sus miradas se clavaron en la otra. ¿Cómo responder a lo inesperado? ¡Vaya lío!
— ¡Carajo! — reaccionó al fin Tamara sacudiendo varias veces la cabeza tratando de poner en orden los millones de pensamientos — me tiene que escuchar.
— Tamara, no — pidió Venus tratando de quedar de pie — mi reina, espera por favor.
La ojos grises fue hacía ella sosteniéndola por la cintura para ayudarla; ambas tenían las manos heladas, la piel erizada, el sudor en cada poro revelando los irreverentes nervios.
— Tamara, déjame hablar con ella por favor.
— No mi cielo, no voy a permitir que sea grosera. Jamás la vi comportarse de esa manera, ella no es así.
— Y no lo fue, solo tuvo una reacción natural — con todo el amor la tomó del rostro dejándole un dulce beso en la frente — si para nosotras fue difícil aceptarlo ahora imagina lo que es para ella entenderlo.
— Supongo que tienes razón, pero prométeme que no dejarás que sea altanera contigo, me dices enseguida.
— ¿Altanera cómo la mamá? — sonrió con ternura peinándola suavemente con sus dedos — confía en mí.
Lanzándose a sus brazos Tamara le dio la aprobación de ser ella quien conversara primero con la pequeña; admiraba la enorme paciencia de Venus y fue justo ahí cuando entendió las palabras de la abuela, hablar desde el amor.
Paciencia
Ambas salieron de la habitación tomadas de la mano haciendo respirar aliviada a Ruth al percatarse de que el primer momento difícil de la relación no las separó, al contrario, estaban listas para afrontar todo juntas. Al menos eso parecía
— Vida ¿Puedo pasar? — cuestionó la sagitariana luego de tocar suavemente la puerta varias veces — ¿Muñequita?
Al no recibir respuesta se asomó respetuosamente, el corazón se le congeló al verla sentada en el piso abrazada del pequeño gatito mientras enormes lagrimas bajaban por su tierno rostro. Recordando aquella primera vez que la divisó en el parque, tan indefensa y frágil imitó la seña para acercarse, tal como en esa ocasión la niña asintió permitiendo el acercamiento.
A pesar del inmenso dolor que comenzaba a despertar en su costado como pudo se sentó junto a ella.
Permanecieron algunos minutos en silencio, una a lado de la otra hasta que Venus con el alma triste le secó esas lágrimas que le dolían más a ella; la niña se recostó en sus piernas en completo silencio dejándola acariciarle el cabello.
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𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀
RomanceBendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus. Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida. El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...