El mundo se abría a los anhelos y a la realidad.
La claridad era tan intensa que a los ojos de Tamara les costó un poco enfocar la inmensidad frente a ella, más allá de eso, la impresión la dominó. Ese sueño casi imposible estaba ahí, a sus pies.
No pudo articular palabra, enormes lágrimas comenzaron a bajar por su delicado rostro sin poder evitarlas, caían una detrás de otra viendo entre las olas de ese mar impresionante su vida pasar.
¡Todo el dolor valió la pena!
Intentaba hablar, pero el sonido se apagó; apretaba fuerte la mano de Venus quién no la soltó ni un instante al igual que a la pequeña Vida.
— ¡Mami mira, es el mar! — expresó la niña con una emoción incontrolable — gracias Venus, gracias — en un acto de amor de amor puro la abrazó fuerte.
— Gracias, mi cielo — le susurró la ojos grises al oído cuando al fin pudo reaccionar — te amo tanto Venus, tanto — la abrazó también, por el otro costado de su cuerpo.
El corazón de la abuela Ruth rebosando de amor dejó caer las más sentidas lágrimas de felicidad; que escena tan hermosa la que estaba presenciando. Esos tres corazones fundidos en un abrazo conectando sus almas en un nexo eterno.
Definitivamente merecían ser tan felices, se hallaron de la forma correcta, en el momento justo.— ¿Qué me dicen? ¿Lo imaginaron así?
— Es mil veces más hermoso — respondió Tamara en un suspiro
— Y enoooorme, parece que no se acaba nunca — completó Vida abriendo grande los brazos haciéndolas reír entre ese llanto de alegría — ¿Podemos tocarlo?
— Por supuesto muñequita. ¿Qué les parece si vamos a cambiarnos?
— ¿Es necesario? — Tamara replicó en un puchero dejando salir esa dama consentida que llevaba tan arraigada al sentirse en confianza — vamos de una vez por favor, por favor.
— Si Venus, por favor — se unió Vida a la petición uniendo sus manitas.
— ¿Con esta ropa señoritas Ruiz?
— Siii, vamos — Tamara tomó a Vida fuerte de la mano corriendo directo al agua — apúrate muchachita.
— ¡Cuidado! — entre risas gritó corriendo detrás de ellas — sigue siendo una terca hermosa.
Al llegar a la orilla se detuvieron de imprevisto, los pies descalzos ligeramente hundidos en la arena fueron bañados por el agua cristalina creando una sensación majestuosa.
Tomadas de la mano se fueron adentrando, las emociones a flor de piel vistiéndolas de dicha. Jugaron, sonrieron, fueron felices, se adoraron. En ese instante solo existían las tres, nada más importó.
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𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀
RomanceBendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus. Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida. El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...