El placentero, loco y mágico encuentro dio paso a la más espectacular ronda de besos; suaves, tiernos y hasta divertidos. Volaban en cielos de absoluta libertad en los brazos de la otra. Los problemas no existían al mirarse a los ojos, que paz tan infinita la que les daba el amor.
Confesaron sus almas contando a detalle todo lo que habían vivido desde que se vieron por primera vez, cada sentimiento que nació sin darse cuenta o tal vez más conscientes que nunca; ese afán de protección desmedido, la plenitud desconocida.
Mientras hablaban Tamara le acariciaba con suavidad el brazo y la pierna descubierta, deslizaba sus dedos tan despacio y dulcemente que poco a poco fue haciéndola dormir con una sonrisa dibujada en los labios.
— Muchachita hermosa.
Dejándole un delicado beso en la frente con cuidado se levantó, amortiguando el vacío colocando una almohada en el mismo espacio donde estaba ella. No pudo evitar observarla durmiendo durante algunos minutos, no entendía como el corazón aún lo tenía en el pecho si le estaba latiendo justo ahí, tendido en la cama.
Un pie le pedía permiso al otro para avanzar, era presa de la más enorme curiosidad; cada detalle a su alrededor le hablaba de quién era su amor y eso le fascinaba. Varios perfumes con formas extrañas, inciensos de mandarina, un atrapasueños en la pared y ese enorme espejo dónde su cuerpo entero se reflejó; pocas veces se admiraba, pero lo que tenía ahí era la imagen de una mujer tan distinta a la Tamara de siempre.
— No entiendo cómo llegaste aquí Tamara— se habló a sí misma tocando levemente el cristal — pero solo sé que debías hacerlo y las vas a hacer muy feliz ¿Me entendiste?
Levantado la mirada sonrió al ver a Venus abrazar la almohada aún con ese gesto de dolor inconsciente en su precioso rostro. Se veía tan bella como el ángel que era.
La idea de cuidarla, de consentirla, de hacer por ella lo que jamás imaginó se apoderó de cada fibra de su ser. No dudó en ir directo a la cocina enfrentándose con ese enorme miedo de aún no saber manejar muy bien los electrodomésticos, pero nada importaba; sabía cuánto Venus adoraba la pasta así que manos a la obra comenzó la preparación con los implementos más sencillos que halló.
El reloj no se detenía, Vida y la abuela aún no regresaban, Venus seguía profundamente dormida y el agua comenzaba a hervir mientras ella picaba finamente los vegetales que encontró en la nevera. Sonrió divertida al descubrirse bailando con manchas, el pequeño felino rozando por sus piernas lastimadas, tanto o más que sus manos, la piel ardía con el calor emanado por la estufa sin embargo no se detuvo por nada, excepto ese ruido de la puerta principal intentando abrirse una y otra vez.
— Dime que no es la esquelética por favor — miró al techo esperando tener esa comunicación directo al cielo.
Una petición que fue inmediatamente escuchada, no era Arantza, pero sin duda era una mujer hermosa la que se encontraba tratando inútilmente de ingresar al lugar. Alta, cabello rubio como el oro, con accesorios brillantes y un vestido negro ceñido a su delgado cuerpo, inmensos lentes negros que fue bajando lentamente mirándola de arriba hacia abajo.
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𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀
RomanceBendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus. Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida. El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...