XVI

94 8 0
                                    

Tras ser conducido a la fuerza y esposado fuera del sector de entrenamiento, Armin no dejaba de preguntarse qué estaba pasando. No consiguió hilar los hechos y encarrilarlos hacia una respuesta satisfactoria cuando descubrió que el guardia lo encaminaba hacia uno de los cuarteles generales anexos al sector.

No había dicho una sola palabra desde que lo arrestaron a mitad del entrenamiento matutino. Mikasa había estado presente en el momento, y aunque exigió una explicación, nadie dijo nada.

Entre el nerviosismo y las ansias del desconocimiento de su destino, Armin dedujo que tendría que ver forzosamente con dos razones. El escape del sector cuando siguieron al Capitán Levi Ackerman varias noches atrás para encontrarse con Eren (Aunque dicha falta ya había tenido severas represalias en los expedientes de cada uno). El segundo factor viable tenía que ver con las reuniones nocturnas clandestinas en el establo. Ello explicaría también el arresto de Ymir dos noches atrás, pero no explicaba por qué no habían arrestado también a Mikasa, Jean y Krista.

Dentro del cuartel, dos corpulentos militares junto al sargento Keith Shadis se hicieron a un lado.

Al ver a su compañera esposada y con el rostro lleno de hematomas, Armin sintió un vacío apoderándose de su estómago. Muy pronto se dio cuenta de que ninguna de sus hipótesis era acertada.

—¿Es él?— formuló el severo instructor a uno de los uniformados. Armin supo que era uno de los guardias centinelas encargados de custodiar la entrada del sector.

Confuso, ladeó el rostro en dirección a Ymir.

En medio del profundo escrutinio, el guardia comenzó a dudar. Parecía que quería negar y asentir al mismo tiempo.

—No estoy seguro— titubeó—. De espaldas me lo parece un poco. Solo se que llevaba el cabello rubio y...

—Es él— aclaró Ymir, con tal confianza en su faz, que Armin no comprendió enseguida de qué se trataba. De qué lo estaban señalando—. Armin Arlert y yo intentamos escapar.

—Llevenlos al cuartel de la policía militar— Keith Shadis dio la orden a los capataces que recién ingresaban por la puerta—. Que ellos se hagan cargo del resto.

Armin fue a balbucir algo en su defensa, pero vio a tiempo los ojos de Ymir que le imploraban porque se mantuviera callado. Entonces lo entendió. Sabía a quien apresarían en su lugar, y no estaba dispuesto a pronunciarse inocente si ello conllevaba a la condena de una amiga.

Se dejó guiar al carruaje, unido en común y silente acuerdo a la protección de Krista.

—Lo siento— Oyó decir a Ymir cuando abordaron el transporte. Armin esbozó una tenue sonrisa. Al parecer su apariencia androgina les había valido para algo.
***

La tensión fue creciendo conforme pasaban las horas y Armin no regresaba. Acabados los entrenamientos Mikasa no dejaba de mirar hacia la entrada. Estaba absorta, vuelta de espaldas al sector, así que no advirtió la otra presencia hasta que oyó un hondo suspiro de melancolía que la hizo volver la mirada. Jean acudió a su lado y se le veía visiblemente contrariado, como si una parte de él se resistiera a sus verdaderos deseos.

—Krista se encuentra muy mal.

—Lo sé— tajó cortante. Aún se sentía molesta por la discusión en el grupo. Todo lo que había dicho Jean tenía mucho de verdadero, y aquello le lastimaba. Si Eren supiera sobre sus verdaderos sentimientos seguramente se alejaría de ella. La consideraría una enferma aún si no eran hermanos auténticos. Habían crecido juntos y su lazo era indestructible, pero Eren jamás llegaría a comprender lo mucho que significaba para ella.

Liberty.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora