Ver la reacción atónita de Eren y no poder acercarse ni un poco a hablar con él, lo estaba matando por dentro.
Pese a ello, Levi se mantuvo férreo al sentir sobre él las miradas de los miembros del consejo que aún no se habían retirado.
—Hazlo, Marlowe.
La orden fue dada por Rod Reiss. Y en menos de un segundo, Eren fue empujado sobre la mesilla de madera en una de las esquinas para ser cateado.
Marlowe no tuvo reparo ni cuidado al presionar la espalda de Eren contra la base de la mesa. Le sostuvo el costado de la cabeza con una mano, haciendo presión para mantenerlo en esa postura, ya que Eren se resistía. Tenía el rostro entristecido, la mandíbula tensa y se debatía al ser registrado de forma tosca.
Levi lo oyó quejarse. Lo vio removerse y lo observó derramar alguna lágrima furtiva antes de que Marlowe diera la señal negativa y lo empujara lejos.
Eren trastabilló hasta caer a pocos metros junto a la mesa.
Las uñas de Levi se enterraron con más y más fuerza contra sus palmas. Los nudillos se le tornaron blancos. Además, se había mordido los carrillos con tanta fuerza que, sentía el sabor óxido de la sangre dentro de su boca. Tenía los labios apretados y en sus ojos imperaba una gelidez pétrea.
—Esta limpio el bastardo— informó Marlowe.
—Encierralo en su celda, sin concederle un solo privilegio— le encomendó Dot Pixies, inseguro del rumbo de la situación. Era un método poco ortodoxo y muy violento, pero parecía ser el único modo al alcance—. No le quiten la vista de encima. También va para ti, Hitch.
—¡Si, señor!— accedieron los susodichos, antes de retomar la encomienda.
Levi se forzó a no mirar cuando salían. Una vez más mostró indiferencia ante lo que acontecía.
—Así se saca la basura— rió uno de los ancianos.
Levi torció el gesto levemente en la dirección opuesta, obligándose a mantenerse callado. El sentimiento predominante de golpear algo seguía punzando en sus, ahora ensangrentadas, manos.
**Darius Zakly vigilaba el parlamento con prudencia desde uno de los vitrales de su torre, disfrutando de una comida copiosa que fue bruscamente interrumpida luego de que llamaran a la puerta.
Mandaría a colgar al terrateniente encargado de obstaculizar la entrada de indeseados. En eso pensaba al girar la perilla de la puerta.
Unos fríos ojos azules lo recibieron junto a un neutro semblante femenino.
—Annie Leonhart, señor— se presentó ella, llevándose el puño al corazón en señal de respeto a su autoridad.
Aun así, el labio superior de Darius se levantó para exhibir un gesto desdeñoso.
—¿Quién te dio permiso de entrar?
—He venido a comunicarle noticias de gran importancia— continuó Annie, como si no le hubiera escuchado—. Es sobre Eren Jaeger.
La mención ayudó a que la irritación de Darius descendiera, cual reptil bajando por una enredadera.
Pareció calmarse al invitarla a entrar.
Annie no se molestó en tomar asiento. Se la veía decidida a terminar de una vez con todo, así que Darius la incentivó con un gesto de mano para que hablara.
—Tengo firmes motivos para sospechar que planean dejarlo escapar.
Los ojos de Darius se explayaron, mezcla de sorpresa e incertidumbre.
—¿Quienes?, ¿Cómo lo sabes?— exigió casi gritando.
Annie no cambió de expresión al proseguir.
—Escuché hablar a unos prisioneros. Hay Jaegeristas afuera dispuestos a hacer lo que sea con tal de liberarlo.
—Imposible. No podrán hacerlo— rehusó Darius, sobandose el rostro en frustración—. Lo ejecutarán mañana mismo a primera hora. Antes de que salga el sol, su cuerpo será exhibido a toda la población, y esos guerrilleros...
—Solo le sugiero tener cuidado— lo interrumpió Annie—. Tampoco me fiaría de Levi— dijo de paso antes de retirarse.
Darius Zakly se sujetó de la silla a sus espaldas. Después tomó a prisa varios pergaminos para redactar algunas cartas.
**—Lo siento, Levi— se disculpó Erwin al conducir al interpelado hacia su correspondiente celda—. Son órdenes superiores. Intenté apelar a tu favor, pero como estan las cosas ahora...
—Esta bien, Erwin— suspiró Levi, frenando sus pasos en el umbral del reducido espacio que, sabía de antemano, lo llenaría de recuerdos, de dolor y de fantasmas con el simple hecho de estar ahí dentro.
—Buscaré la forma de ayudarte— aseguró Erwin en un susurro.
Levi hizo un ligero esbozo de sonrisa.
—Se que así será.
Dio un paso al frente y se introdujo en la oscuridad. Mientras Erwin cerraba la puerta con llave, cerró los ojos y se aferró al rostro vivaz de Eren.
Había sido un idiota al cerrarse por tanto tiempo a la verdad.
Que no solo le importaba. Sino que en realidad lo amaba como jamás había amado a alguien.
Una pena que se diera cuenta tan tarde.
