Eren ya había tomado una desición desde que supo lo que había en riesgo y lo que tenía qué hacer para evitar que la humanidad se extinguiera.
Puede que no fueran los únicos seres vivos en la tierra, pero desde que era pequeño se juró a si mismo que algún día se convertiría en soldado y los protegería a todos.
Su juramento, pese a todo lo ocurrido, no había cambiado.
Casi había terminado el calentamiento en el patio cuando Armin se acercó a él, nervioso y vacilante.
—¿Estás bien, Eren?
Eren parpadeó confundido por la pregunta. Dejó de tocarse las puntas de las botas y se irguió despacio.
—Si, ¿Por qué lo preguntas?
Los ojos azules, claros y templados se desviaron hacia un lado.
—Es que oí a Hitch y Marlowe y creí...— empezó a decir Armin, aclarandose la garganta y jugueteando con los dedos de sus manos—. Aun no he hecho el calentamiento. Mejor me pongo al corriente.
Algo no estaba bien.
Eren detuvo a Armin de los hombros antes de que empezara con las flexiones.
—¿Qué dijeron, Armin?
Abrumado, Armin se levantó. Se frotó los dedos y se mordió el labio.
—Dijeron...¿Mikasa?
—¿Hah?— pasmado, Eren se dio vuelta hacia el perímetro lateral del patio. En menos de veinte segundos llegó Mikasa corriendo hacia él para envolverlo en el abrazo más emotivo y asfixiante de todos—. Mikasa...
Eren se mostró auténticamente impresionado de verla ahí. Le acarició el rostro amoratado, incapaz de creerse que su presencia fuera real.
—Eren— gimoteó ella, asiendose a su cuerpo como si de una balsa salvavidas se tratara—. Pensé que no volvería a verte. Perdona que tardara tanto.
—¿Cómo?— Eren esperaba una respuesta que Mikasa no necesitó verbalizar porque Armin exclamó enseguida.
—¿Jean? ...¡Es Jean!
Eren lanzó una mirada a espaldas de su hermana para ver la silueta del susodicho. Jean lucía mucho más golpeado que Mikasa y le costaba andar con la pierna derecha.
—También vino a salvarte, Eren— le aclaró Mikasa observando a Jean con una mirada tan dulce y cándida que Eren conocía de sobra. Porque Mikasa solía dedicarle esa mirada a él y sólo a él.
—Parece que me he perdido de mucho— soltó pensativo cuando estuvieron reunidos los cuatro en el centro del patio—. Pero es increíble poder verlos de nuevo. Los eché de menos— confesó, diluyendo toda su angustia tras una sonrisa tenaz y amistosa.
—No fue nada fácil llegar a ti— suspiró Jean, tirándose de espaldas en el suelo—. Es bueno que estés vivo, Eren.
Eren asintió, dirigiendo una mirada furtiva hacia la entrada del sector.
—Es extraño que Levi aún no llegue. Seguro se entretuvo con algo.
Ante tales palabras Armin se tensó, fue apenas un poco, pero Eren no advirtió el gesto.
—Seguro no tardara. Mientras tanto tengo que explicarles lo que descubrimos.
—Es mejor que empieces de una vez— lo alentó Jean—. Que tus amigos los guardias no tardan en ponernos a correr.
—De acuerdo.
***El sol había caído en el horizonte cuando el grupo fue escoltado de vuelta a las celdas subterráneas.
Mikasa fue llevaba por Hitch hasta la penúltima celda, dejaron la de junto vacía y a Jean lo encerraron en la siguiente.
—Nada de ruido o vendré a amordazarlos a todos— declaró Marlowe, llevándose consigo las antorchas del pasillo.
El túnel quedó sumergido en una penumbra sofocante, oscura y silenciosa.
Poco después Jean habló.
—Esto es inhumano. No pueden...
—No deben— lo corrigió Armin en un susurro apagado—. Ahora que estamos juntos y sabemos que la guerra puede ser frenada, opino que elaboremos un plan de escape para Eren. En realidad ya había pensado en uno antes, pero no sabía que existe un documento que puede salvarnos.
—Hanji prometió venir antes de que termine la semana para la cirugía— dijo Eren, lo suficientemente fuerte para que lo oyeran—. Ella extraerá la llave, después abriran el cofre y...
—Es muy arriesgado— murmuró Mikasa con voz tensa y lejana, aferrándose a los barrotes en medio de la oscuridad—. Esa cirugía pone en peligro tu vida. No puedo permitir que te ofrezcas voluntario.
—La decisión ya fue tomada, Mikasa— corroboró Eren con pesar—. Aún si muero, piensa en todas las vidas que podrán salvarse. Tenemos que pensar en los niños que algún día crecerán y soñaran con ser libres como nosotros. Ya no tendremos que sacrificar nuestro futuro por una guerra que no tiene fin.
—Pero, Eren...— sollozó Mikasa, maldiciendo la distancia y la oscuridad. Quería, en verdad, abrazar a su hermano. Tratar de convencerlo, de serle de utilidad. Pero aún en esos momentos no era más que una carga para él, seguía frenandolo por su amor egoísta.
—Yo te apoyo, Eren— profirió Jean al poco rato.
—También yo— secundó Armin con firmeza.
—No apoyo esto— negó Mikasa, hincando las uñas en los barrotes—. Pero no tengo elección. Solo te pido...que no te mueras, Eren.
Tras limpiarse las lágrimas, Eren se mordió el brazo para contener un grito de frustración.
Eran tantas cosas por asimilar a la vez que se sentía ahogar con todo.
—Prometo que daré mi mejor esfuerzo— masculló, sellando así su promesa—. Armin, háblanos de tu plan— pidió, sofocando la oscuridad al imaginar el rostro de sus amigos, y el de Levi.
"¿Por qué no habrá venido?"
