Despertó de tirón. Alterado, agitado, asustado, ofuscado como nunca en su vida. El paño húmedo cayó de su frente y, al elevar las muñecas esposadas y descubrirse en el solitario colchón, Eren supo cual seguía siendo su condición actual. Pero...aquellas imágenes.
Esos sueños extraños cuyo principio y fin desconocía.
La celda fría se le antojó más reducida y oscura que nunca, pero no era el caso. Se trataba de las mismas paredes rocosas, el mismo aire enrarecido y mohoso que fluctuaba a su alrededor.
-¿Estás despierto, Eren?- el quedo llamado fue acompañado por dos golpes cortos contra los tubos de metal de la celda aledaña.
-A-Armin- le costó aclarar su propia voz. De algún modo su psique se estaba fragmentando y le costaba diferenciar qué era real y qué no.
¿En verdad Levi había ido en su ayuda o solo lo había soñado?
Al igual que tenía aquellas terribles alucinaciones con su difunto padre. Lo mismo que las distorsionadas imágenes de la chica que caía en un pozo infinito.
¿Quién era ella?
¿Por qué no podía sacarla de sus pensamientos?
Le era tan extraña y familiar a la vez.
-Armin, ¿Sabes quien me encerró de vuelta?- se incorporó a medias para acercarse lo más posible a la pared cavernosa que dividía las celdas.
-Si, Eren...- la voz de Armin sonó como un susurro-. Estabas inconsciente cuando te trajeron. Fue Levi. Creo que ahora forma parte de la policía militar. Es todo tan extraño.
-Entonces no fue un sueño- parpadeó Eren, forzandose a rememorar lo acontecido. La charla sobre un cofre, la asistencia de Hanji cuando Eren sentía que se ahogaba.
-Hay buenas noticias, Eren- retomó Armin la conversación tras el largo silencio entre ellos-. Cuando me llevaron al entrenamiento esta mañana, vi a Mikasa y a Jean. No pude hablarles porque estaban siendo escoltados, pero es posible que los transfieran a esta sección subterránea.
-¿Jean y Mikasa?- se sorprendió Eren-. Pero ¿Cómo?
Una punzada de culpa revoloteó en su pecho. Cómo había podido olvidarse de ellos. Sobretodo de Mikasa. Su único familiar vivo y quien solía jugarse la existencia para protegerlo todo el tiempo.
-No debieron arriesgarse de esa forma- meditó, repentinamente molesto. Estando ahí atrapado no podía serles de ayuda.
¿Y si los sentenciaban?
¿Por qué Mikasa nunca le hacía caso?
-No, Eren. Tienes que relajarte- le aconsejó Armin, aumentando el volumen de su voz-. Quieren ayudar. Se que si trabajamos todos juntos, tendremos oportunidad de salir de aquí.
-¿Y entonces que, Armin?
Fuertemente escolarizado, Eren se puso de pie. Sus ojos destellaban en furia.
-Van a invadir la isla. Aún si consiguiéramos salir, ahí afuera no hay esperanza para nosotros. Solo nos aguarda una muerte peor. No somos más que peones y ganado dispuestos en el tablero para ser sacrificados.
El silencio que sobrevino a sus palabras se prolongó por varios minutos. Hasta que Eren dio por hecho que Armin se había rendido en su afán por hacerle entrar en razón.
Estaba por acostarse cuando Armin jadeó irritado contra los barrotes de su celda.
-¡Me dijiste que querías ver el mar!- reclamó-. Prometiste que un día escaparíamos y cuando fueramos libres, lo primero que haríamos sería ver y sentir el mar.
-Pero los soldados...- se exasperó Eren.
-Dijiste que ibas a luchar sin importar los obstáculos y las consecuencias- siguió reprochando Armin-. Tu eras quien nos impulsaba a no darnos por vencidos nunca, Eren. Si pierdes la esperanza, no nos quedará nada.
-Armin...- nombró Eren al oírlo sollozar.
Quería retractarse de sus palabras, disculparse y decirle que todo iba a ir bien, pero no quería ser un mentiroso. No podía hacerle esto, ni al resto de sus amigos.
"Serás el salvador de la humanidad, Eren. Soporta el dolor un poco"
De nuevo ese sueño. Cuando Eren cerró los ojos trató de concentrarse en aquella imagen que no dejaba de invadir su psique.
Su papá maniobrando con una jeringa. El pinchazo en su brazo. El adormecimiento y su cuerpo de niño siendo depositado sobre la camilla. Su padre susurrando todo el tiempo.
"Te sacaré de aquí algún día y pondremos fin a esta cadena de odio"
-Si, papá...
