La voz que pronunció aquellas palabras hizo que la sangre de Domynic se helara. Ni siquiera necesitó mirar en su dirección para saber de quien se trataba ni para comprobar que no estaba solo.
Su mente trabajaba a mil por hora pensando en una manera de escapar de esa situación. O, más específicamente, para hallar una forma de lograr que su Mitad Perfecta lograra huir de ahí.
Por el rabillo del ojo notó cómo el recién llegado recogió la remera de Raven del suelo y él sólo atinó a cubrir aún más el cuerpo de la chica con su propio torso mientras pensaba en una manera de sacarla de allí.
—En verdad, no creí que vería algo así jamás —el desconocido ahogó una risa nasal—. Una cazadora y un vampiro encamándose... tal vez debería dejarlos continuar y quedarme a disfrutar del espectáculo. Seguro es una anécdota que daría de qué hablar.
—Una pena que eso sea lo más interesante que puedas comentar —soltó Domynic para desviar el tema al notar la incomodidad de Raven bajo su cuerpo—. Al parecer, sigues sin ser reconocido por un logro propio, incluso después de que me fui.
La muchacha miró al hombre que se alzaba sobre ellos. Debía tener la misma edad de su Mitad Perfecta, pero, a diferencia de Domynic, tenía el cabello negro como el ébano recogido en un rodete bajo. Sus ojos azules y asertivos como los de una pantera hicieron que Raven lo reconociera enseguida de las imágenes que le había mostrado su Mitad Perfecta durante la conexión.
Era Mason, el mejor oponente de Domynic en la Academia de la Guardia del Concejo.
—Oh te equivocas, Ruthven. Pero, créeme, lo entiendo. Las noticias no llegan a las escorias que están encerradas durante... ¿cuánto tiempo fue? Cuatro largos años, ¿verdad?
—Una escoria a cuya sombra viviste durante... ¿cuántos años?
La mueca divertida en el rostro de Mason no desapareció cuando enfocó su mirada en la muchacha al escucharla decir eso.
—Mmm... una humana atrevida y con carácter —comentó con una sonrisa perversa surcando su rostro mientras se regocijaba con sus propios pensamientos—. Mis favoritas. Será incluso más placentero ver cómo esa voluntad se va quebrando poco a poco luego.
Domynic se estremeció pues sabía que esa no era una simple intimidación de Mason. Era un hecho si el Concejo ponía sus garras sobre la muchacha.
—¿Sabes, Ruthven? Siento algo de pena por ti. Por lo que veo, en verdad, ninguna noticia te llegó a la celda. Déjame contarte algunas novedades que te has estado perdiendo —Mason se inclinó contra la pared con los brazos cruzados. Esa sonrisa de suficiencia no se había borrado de su rostro desde que llegó—. ¿Recuerdas a Zelina, tu antigua prometida? Pobrecita. La dejaste destrozada, ¿sabías? Pero ahora se casó con alguien más. Al final de cuentas, no eras tan especial como para no poder ser reemplazado fácilmente con otro hombre.
Domynic tensó la mandíbula intentando contener las ganas de destrozarlo allí mismo. Pero sabía que sería inútil siquiera intentarlo con los otros guardianes que estaban en la habitación con ellos.
—Oh, y me olvidaba de algo importante. Tu hermana... Clarice está a punto de comprometerse ya. Es una lástima que no puedas asistir a su boda. Seguro se verá tan hermosa en su vestido rojo... —hizo una pausa un momento para simular que estaba pensando—. Me pregunto si el casamiento será antes o después de la condecoración de tu hermano. Porque claro que también tu hermano está a punto de graduarse de la Academia y de convertirse en un Guardián. Supongo que él sí pudo hacer que tu padre se sintiera orgulloso de tener un hijo.
—Domynic, no le hagas caso —susurró Raven.
—¿Todos los humanos son así de adorables? —arrugó la nariz sarcásticamente y retomó lo que estaba diciendo—. Lo bueno es que serás testigo de mi mayor hazaña, Ruthven. Es más, serás protagonista. O quizás lo será ella... ¿Qué te gustaría más?

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Mitades Perfectas: Condena [COMPLETA]
VampirePrimer libro de la bilogía Mitades Perfectas. Raven Anderson sueña con ser una diseñadora exitosa y tener una vida normal. Pero por sobre todo, sueña con encontrar a alguien con quien compartir su vida. Pero tras varios fracasos en su vida amorosa...