Capítulo 12: Salvaje
Domynic decidió desviar su atención hacia la criatura cuyos pasos había oido. Podía escuchar cómo se acercaba hacia donde ellos se encontraban. Domynic observó a la muchacha y por un minuto pensó en su seguridad. No pensó en que su vida dependía de Raven. Pensó en la vida de Raven por sí sola. Acercó su rostro al de la joven y ubicó su boca a milímetros de la oreja de Raven.
-trepa al árbol - le susurró haciendo que la muchacha sintiera su cálido aliento sobre la piel - ahora.
Luego se apartó y volvió su vista hacia el vasto bosque. Raven comenzó a trepar por el árbol lo más rápido que pudo. De hecho, era bastante ágil para eso. En su infancia, acostumbraba a jugar a las escondidas con sus amigos en una plaza cerca de su colegio primario; y treparse a los árboles era el mejor encondite. Llegó hasta una rama bastante alta y se escondió entre el tupido follaje. La brisa movía las hojas y provocaba una delicada melodía en el silencioso bosque. Domynic empezó a subir tras Raven pero se le dificultó la subida. Pequeñas astillas de la ramas se le clavaban en las palmas de las manos y le provocaban un ardor impresionante. Finalmente llegó hasta la misma rama que Raven y se sentó a su lado; guardando una distancia prudencial para que sus pieles ni siquiera se rozaran.
Entonces miró hacia abajo y descubrió quien estaba camiando.
Un guardían del concejo - dijo para sí.
Los guardianes del Concejo eran los que mantenían el orden en el territorio vampírico y protegían a los concejales de cualquier peligro. La mayoría patrullaba las calles ya que sólo una elite llegaba a ser guardaespaldas del Concejo.
Raven siguió la mirada de Domynic para descubrir que era lo que había causado tanto miedo del muchacho. Entonces descubrió al Guardián, aunque ella no sabía quien o qué era exactamente esa persona. Sin embargo, para Domynic fue fácil reconocerlo por su uniforme: un pantalón y remera gris oscuro con el símbolo del Concejo bordado en blanco. Domynic recordaba muy bien todo acerca de esas personas. De hecho, fueron ellos quienes lo habían encontrado y llevado ante el Concejo, cuatro años atrás.
Domynic tenía la mano ensangrentada por las numerosas astillas que se le habían clavado en la palma. Cerró el puño para contener el dolor luego cerró los ojos ante el creciente ardor que sentía. Contuvo un grito ahogado que intentó salir de su boca y presionó los dientes como cerrando la única salida de su voz al exterior.
Raven se mantuvo observándolo un buen rato. Veía el sufrimiento del muchacho hasta que en un momento no puedo más. Tomó la mano de Domymic mientrás él tenía los ojos cerrados con la intención de examinarle la herida. Sin embargo, frente al más mínimo roce, Domymic, apartó la mano bruscamente. Y al hacerlo, una espesa gota de sangre se derramó hasta el suelo terroso justo delante de los pies del Guardián.
Domymic la miró a Raven. En sus ojos había una combinación de nerviosismo y rabia por la acción de la muchacha.
Abajo de ellos, el Guardián se agachó para analizar el líquido rojo que acababa de caerle. Extendió su dedo índice y lo bañó en la sangre. Se llevó el dedo a la boca y lamió la sangre. Cerró los ojos para concentrarse en el sabor de la sangre; luego los abrió y esbozó una sonrisa de satisfacción.
-Ruthven... -dijo el Guardián subiendo la mirada hacia la copa del árbol.
Los vampiros tenían la capacidad de reconocer a quien pertenecía la sangre con sólo probarla. Su lengua contaba con papilas gustativas especializadas para identificar la sangre de cada persona.
El Guardian los encontró enseguida a pesar de no tener la mejor visión. Los licántropos sí se caracterizaban por su visión, no así los vampiros. A ellos se los conoce mejor como "excelentes cazadores" por su olfato preciso y papilas gustativas eficaces.
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Mitades Perfectas: Condena [COMPLETA]
VampirePrimer libro de la bilogía Mitades Perfectas. Raven Anderson sueña con ser una diseñadora exitosa y tener una vida normal. Pero por sobre todo, sueña con encontrar a alguien con quien compartir su vida. Pero tras varios fracasos en su vida amorosa...