Primer libro de la bilogía Mitades Perfectas.
Raven Anderson sueña con ser una diseñadora exitosa y tener una vida normal. Pero por sobre todo, sueña con encontrar a alguien con quien compartir su vida. Pero tras varios fracasos en su vida amorosa...
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Raven se le quedó mirando atónita. El asistente de James estaba en la puerta de su casa y quería entrar. Raven intentó cerrar la puerta nuevamente pero la fuerza del muchacho era mayor y le empujó la puerta para abrirla y entró cerrándola a sus espaldas.
-podemos hacer esto del modo sencillo o del difícil - le dijo él haciéndola retroceder.
Raven, en silencio, comenzó a correr hasta la cocina. Tomó un cuchillo del cajón y justo cuando se dió vuelta, se encontró cara a cara con Domynic. Antes de que el vampiro pudiera hacer algo, la muchacha le hizo un corte limpio en el brazo. El vampiro gruño por el dolor. Raven comenzó a correr hacia la salida pero cuando iba a abrir la puerta de entrada, Domynic se le adelantó y se interpuso entre ella y la salida.
-veo que te gustan las cosas del modo difícil - comentó Domynic con superioridad. Su herida ya casi había cicatrizado.
La joven empezó a retroceder asustada. Sus piernas parecían hechas de plastilina porque por un momento sintió que no podía mantenerse de pie. El miedo la estaba matando. No conocía las intenciones de Domymic y eso la tenía conpletamente nerviosa. De repente, el vampiro la agarró de la cintura con fuerza para que no pudiera huir. Con la otra mano, la obligó a tirar el cuchillo el piso. Al chocar contra el suelo de madera, se produjo un espantos ruido que inundó la sala de estar donde se hallaban. Raven estaba paralizada por el susto y en menos de un segundo, vio como Domymic subía sus manos hasta su cuello. Se lo quebró y ella se desplomó en el suelo. No la había asesinado. Sólo la había dejado inconsciente. Se despertaría alrededor de una hora más tarde.
Domynic levantó el cuerpo de la muchacha y la apoyó en una de las sillas de madera de roble que se encontraban alrededor de una mesa en el living de la casa. Rebuscó en los cajones de un mueble hasta que encontró un poco de soga en uno de ellos. Se acercó a Raven que seguía inconsciente y le ató las manos y piernas a la silla donde estaba sentada. Cuando terminó con su tarea, se dedicó a buscar en el mobiliario de ese salón, la reliquia que le habían encargado que recupere. Había muchos adornos pero ninguno era una caja bañada en oro. Buscó durante casi tres cuartos de hora y luego se resignó a que la reliquia no estaba a la vista. Sólo la muchacha sabía donde se encontraba. O eso era lo que él creía.
Frustrado, Domynic se sentó en un sillón mirando directamente el rostro de la muchacha. Tenía los ojos cerrados y un mechón de cabello castaño colgaba de tal forma que cubría el lado izquierdo de su delicado rostro. El vampiro permaneció de ese modo, contemplando a la joven, durante alrededor de diez minutos.
De repente, los ojos de Raven comenzaron a abrirse lentamente. Pestañeó repetidas veces hasta que su visión se aclaró. Intentó mover los brazos y las piernas pero no pudo; Domynic la había atado con nudos muy fuertes.
-entrégame la caja - le ordenó Domymic con un tono de voz autoritario tan característico en él.
Raven alzó la cabeza y se encontró con la figura de Domynic mirándola fijo. Tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido. Comenzó a caminar hacia Raven lentamente examinando cada fino rasgo de la cara de la muchacha.