Raven se paró erguida cuando la mujer se acercó a ella. Tenía el cabello canoso peinado en una larga trenza a un lado. Tenía algunas arrugas en el rostro, especialmente alrededor de los ojos, lo cual ponía en evidencia su edad.
—Mírate, ya eres toda una mujer —exclamó la señora tomando los hombros de la chica.
—¿Quién es usted? —demandó saber la muchacha algo desconfiada de la repentina amabilidad de quienes hasta hace instantes los querían asesinar.
Una sonrisa comprensiva se dibujó en el rostro de la anciana.
—Yo era amiga de tus padres, Raven. Prácticamente te vi nacer —acarició los brazos de la joven cariñosamente—. Soy Hemera Flaws.
—¿Flaws?
La mujer frunció el ceño con notable confusión.
—¿Has oído de mí?
Raven sacudió la cabeza.
—No en verdad. Pero hay una mujer en el Mundo Diurno con su apellido. Fui a visitarla hace un tiempo; es quien me envió aquí.
—Supongo que estás hablando de mi hermana, Morana Flaws —la mujer no dejaba de sonreír y la caricia en el brazo de Raven se transformó en un firme agarre—. Ven, corazón. Supongo que estás cansada, necesitas descansar. Deja que nosotros nos encarguemos de todo esto.
La bruja comenzó a alejar a Raven del grupo de atacantes y del vampiro. Giró para ver a Domynic, quien seguía arrodillado en el suelo siendo apuntado con flechas. Al ver eso, la chica se zafó del agarre de Hemera y regresó con Domynic.
—¿Qué haces, Raven?
—Él viene conmigo.
Un largo silencio se apoderó del ambiente.
—¿Acaso sabes quién es él?
La muchacha se acercó a Domynic y presionó con sus manos una de las heridas abiertas del joven, causada por las flechas.
—Domynic Ruthven. Lo sé.
—Es un asesino a sangre fría, corazón.
—Tal vez. Pero también fue mi protector desde que llegué aquí... y es mi Mitad Perfecta.
Todos se miraron boquiabiertos. Simplemente no podían creerlo.
—Así que no voy a permitir que le hagan nada. A donde yo vaya, él viene también.
A ninguna de las brujas y los hechiceros les gustaba la idea de tener a un vampiro, que además era conocido como una maquina aniquiladora, en su territorio. Y mucho menos les agradaba la idea de meterlo en alguna de sus casas. Pero, no había mucho que pudieran hacer al respecto. Si querían poner a salvo a Raven, debían llevar al muchacho con ellos también.
Domynic miró a la muchacha, algo sorprendido de su actitud. Sabía que era testaruda y una mujer con carácter. Se lo había demostrado en repetidas ocasiones desde que lo enfrentó en su propia casa. Pero definitivamente no esperaba que confrontara así con las brujas por él. Y más aún le sorprendió que lo hiciera justo después de discutir por la reliquia y saber que sus objetivos no estaban completamente alineados.
—Lo que estás pidiendo es una locura —sentenció uno de los hechiceros que seguía apuntando a Domynic con su arco y flecha.
—Entonces, les agradezco su hospitalidad y amabilidad conmigo, pero me temo que tendré que rechazarla —volvió a arremeter la chica con la mirada clavada en los ojos amarillentos de Hemera—. Somos los dos o ninguno.
—Bien. Pero al mínimo indicio de ataque de su parte...
—Descuide. No deberá preocuparse por eso —la chica volteó hacia el joven vampiro, rogando porque esta vez sí cooperara con ella—. ¿Verdad, Domynic?
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Mitades Perfectas: Condena [COMPLETA]
VampiroPrimer libro de la bilogía Mitades Perfectas. Raven Anderson sueña con ser una diseñadora exitosa y tener una vida normal. Pero por sobre todo, sueña con encontrar a alguien con quien compartir su vida. Pero tras varios fracasos en su vida amorosa...