OBSERVA LAS MARIPOSAS - BY NATH 🥀

15.

Capítulo 15.

HEATHER.

Despierto muchas horas antes que suene el despertador. Estoy desvelada y no lo soporto, conozco mi mente y sé cuan oscura puede llegar a ser. Los acontecimientos de este fin de semana me han dado mucho material para fantasear y perderme en mis ensoñaciones, pero siempre existe algo más fuerte dentro de mí que no me permite disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.
Esta es la hora donde Francis se cuela en mi cabeza, donde aquél fatídico día se repite en mi mente una y otra vez y me hace llorar amargamente mientras sostengo la pequeña lámpara que viaja conmigo a todas partes.

La depresión me ha roto, no soy una persona entera, mis partes están esparcidas en algún lugar. No puedo salir de la oscuridad, intento respirar fuera del mar, intento ver la luz del sol sobre las aguas, pero soy arrastrada una y otra vez hacia el abismo, hacia aquel lugar silencioso que atemoriza a mis huesos.
Me duele el vientre, me duelen los músculos y me duele el corazón.
He intentado luchar contra esto, pero mi fuerza de voluntad se reduce a cenizas cuando observo mi neceser sobre el velador.

Alcanzándolo, busco en el interior una de las píldoras que Joe me regalo la semana pasada y la deslizo por mi garganta junto con una lámina de LSD que se disuelve en mi lengua. No sé cuál será el efecto de la primera, pero la segunda me enviará a un viaje psicodélico de los cuáles ya me he acostumbrado.
Al principio siempre me asusta, la paranoia me embarga y la ansiedad acelera los latidos de mi corazón, pero logro controlarlo, puedo hacerlo porque sé que después, todo es más llevadero y puedo escapar de la oscuridad que me amenaza constantemente.

No se puede vivir de esta manera todo el tiempo. La mayor parte de mi vida ha sido miel sobre hojuelas, con Francis nos devorabámos el mundo y ahora es el quién nos terminó devorando a nosotros. A él primero que a mí.
Y aunque intente cada mañana gritar un Sí podré, sí podré terminar este día y seguir avanzando, no hay resultados positivos. No estoy llena de color, no me siento como si pudiera tocar el mismísimo cielo con mis manos y no puedo hacerle un espacio a la alegría y a la esperanza dentro de mí.

Apoyándome en las almohadas, observo la luz de mi pequeña lámpara. Esta se proyecta en el techo y perdida en el tiempo, la observo hasta que comienzo a sentir las sensaciones en mi cabeza. Es como si flotase sobre la realidad, todo parecería ser parte de este mundo aunque no lo sea.
Mi corazón se acelera, es la taquicardia momentánea mezclada con el horror de sentir que podría morir debido a un paro cardíaco. Cierro los ojos e intento relajarme, si permito que la histeria domine mi cuerpo, todo se irá al carajo y solo experimentaré un mal viaje alucinógeno.

Pero transcurridos los minutos, la sensación en mi pecho no disminuye y comienzo a sudar en frío mientras siento que todo da vueltas a mi alrededor.
Me levanto de sopetón y al hacerlo me voy directo contra el piso, golpeándome en la mejilla con la esquina de mi velador. El dolor en mi pómulo me saca un quejido como de un animal moribundo, pero aún así me incorporo y alcanzo mi neceser y enciendo la luz. La vista comienza a fallarme, mis manos se multiplican debido a los efectos del LSD y no puedo distinguir las píldoras que Joe me dio con los antidepresivos. Al parecer he mezclado sustancias que jamás deben ingerirse al mismo tiempo.

-Mierda, mierda —Guardo mi neceser bajo el colchón y con mucha dificultad me pongo en pie.

Llegar hasta la puerta del baño me lleva una eternidad debido a que mi vista se vuelve borrosa y mis pupilas se encuentran dilatadas. Mi cuerpo tiembla, mi frecuencia respiratoria aumenta y las alucinaciones comienzan aparecer. Los mosaicos se transforman en rostros terroríficos y mi propia silueta en el espejo se ve mucho más grande, mucho más aterradora y dominante.
Sollozo sin poder evitarlo, no se supone que terminaría así ¿Cómo pude ser tan estúpida? Intento vómitar, metiendo mis dedos hasta mi garganta, pero es demasiado tarde.