CAPITULO 35

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La madre de Nicholas se separa de mí y toma mi mano.

—Un placer conocerte, Leah. Mi nombre es Lauren, y parece que mi niño te ha hablado de mí, porque tú ya lo sabias. —Sonríe. —Perdona el abrazo repentino, pero en verdad mi pequeño Nicholas nos ha contado maravillas de ti a Isabela y a mí.

Le sonrío y niego.

—No se preocupe, señora Lauren, en verdad necesitaba ese abrazo.

La mirada avellana de la mujer se torna llorosa.

—Mi niño es fuerte y estoy segura que está situación no le ganará.

Asiento y coloco mi otra mano sobre su hombro.

—Estoy segura de ello, señora Lauren.

«Soy una sinvergüenza, soy una sinvergüenza». Me repito mentalmente una y otra vez.

Ella me sonríe y me imaginó que no sabe que yo fuí la que disparó el arma que tiene a Nicholas en está situación. Y sinceramente no soy capaz de decirle. Seguramente Jason le informará y esperaré hasta que él lo haga, porque no me encuentro con la capacidad de decirle a una madre, que soy la culpable de que su hijo se encuentre herido de una bala en un hospital.

—Señora Baker. —Habla el mismo médico que nos informó hace unas horas.

La mujer se acerca a él y yo junto con ella.

— ¿Sí?, ¿Pasa algo?

—No, tranquila. Solo he venido a informarle que el estado de su hijo sigue siendo el mismo. —El rostro del doctor está cubierto por una mascarilla de tela. —Como se los dije antes, el joven Nicholas se encuentra en estado crítico y estás horas son cruciales.

»Esperaremos está noche para verificar que responde al tratamiento que se le efectuó, sino lo hace, tendremos que intervenir otra vez, para cerciorarnos que la inflamación no haya provocado una hemorragia interna, pero la perdida de sangre que sufrió fue excesiva y su cuerpo se encuentra muy débil, y es posible que no pueda resistir a otra cirugía, así que, por ahora le pido que pase a verlo señora Baker, por si se requiere operarlo a primera hora de la mañana y no resulté favorable, pueda despedirse de él.

Oh no.

La mirada de la mujer refleja tristeza absoluta. Me mira y trato de no llorar, pero agh, es imposible.

— ¿Puede quedarse Isabela contigo? —Cuestiona.

—Sí, por supuesto.

Ella se acuclilla a la altura de la pequeña.

—Te quedarás con Leah, un momento ¿está bien? Entraré a ver a tu hermano.

Isabela asiente y besa la mejilla de su madre.

—Si mamá, dile a mi hermano que lo amo mucho y que ya quiero que salga, para jugar con él y con Leah a las muñecas.

Volteó a ver el techo, tratando de ahogar con profundidad el sollozo que está apunto de salir de mi garganta y limpio mis lágrimas.

—Se lo diré mi niña.

La señora Lauren besa la frente de su pequeña hija y endereza su cuerpo. Me dedica por último una sonrisa llena de tristeza, camina junto al doctor y la veo entrar por una puerta.

«La pérdida de sangre que sufrió fue excesiva y su cuerpo se encuentra muy débil, y es posible que no pueda resistir otra cirugía, así que, por ahora le pido que pase a verlo, por si se requiere operarlo a primera hora de la mañana y no resulté favorable, pueda despedirse de él». Esas palabras se repiten una y otra vez en mi mente.
Trago el nudo de mi garganta, pero las lágrimas no pueden dejar de salir de mis ojos. No puede morir. Nicholas no puede morirse.
Siento que me falta el aire, pero unos pequeños brazos rodean mis piernas. Miro a Isabela y ella eleva su vista.

NICHOLAS "AMARTE DUELE"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora