Capitulo XXXV

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Vino Escarlata.

Arco II.

Capitulo 35.

[...]

Haré que cada ser de éste mundo se arrodille ante nosotros, ante tí. Ante la debilidad que me das, seremos fortaleza, solo toma mi mano.

[...]

Mientras tanto, Louis amaba con locura a su pareja, ¿Cómo no hacerlo?El rasgado vestido vuelto en desgracia se desmoronaba como los invitados se desplomaban y sus ojos se sellaban en una fría y agría muerte. Los finos hilos de sangre le otorgaban un llameante matiz de la piel nivel que poseía. Esa deliciosa sensación de tener el mundo a los pies, de rodillas, simplemente perfecto.

También sus delicadas facciones cargadas de fuertes expresiones era algo bastante singular, de una forma superior. Destellos sobresalían de los fanales de matiz esmeralda, la intensidad del sentimiento podía sentirse muy al exterior. Una tempestad repleta de karma y agridulces sentimientos en su mayor esplendor.

La afinidad de su cuerpo tan sublime como las rosas en invierno, reales sobrevivientes de las atrocidades que conlleva una vida.

Aparte de que tenía en su persona una chispa especial que lo volvía imborrable, que te hacía incapaz de dejar de quererlo, sin importar tiempos o distancias. Claro que aquello no restaba que en ciertas ocasiones quisiera darle un buen zape por reaccionar de la peor forma posible en los momentos inadecuados.

No sólo era una chispa, sino un fuego estremecedor que consumía a quien lo conociera más allá de las simples apariencias burdas que le otorgaban por ser omega. Él era el peligro, una pesadilla vestida de un dulce sueño. Él era el diablo vestido de Dios.

Y el presenciar como la boda ardía en llamas, y las personas eran pisadas son temor, hasta él se proclamó leal al Dios que se presentaba como simple mortal vestido de blanco, negro, y rojo. Sería inmortal en su corazón, con palpitantes letras cursivas, sería el eterno y pecaminoso amor de su vida.

Poder mirarlo sólo lo dejaba enamorado, los golpes que proporcionaba eran perfectos, su pierna en un ángulo de noventa grados su rodilla bien flexionada como un gatillo listo para disparar. El tacón se encaja con fervor en la piel de las chicas, mientras que estas gemían por algo de misericordia. Estruendosos golpes rompían el silencio que en segundos los envolvía.

—¡Detrás de ti amore mio!— ante esta advertencia, de la puerta principal salieron los hermanos de Bianca, dispuestos a batirse en duelo con Harry y sus allegados con tal de permitir a su hermana escapar. Sin permitirse siquiera detenerse a considerarlo, Niall, se liberó de aquella escena y comenzó a correr tras él.

Balas, navajas, incluso sillas llegaron a él en multitud, omitiendo los golpes que tenían como fin dejarlo noqueado. Todo y cada uno de los imprevistos fueron evadidos con una fija determinación del rizado, cual si fuera planeado. 

Uno que otro cuerpo cayeron al suelo por las balas incrustadas en su pecho. El sonido era horrible, pero a su vez adictivo, verlos caer de una forma tan poco gracial alimentaba su fervor por la venganza. 

Le había creído, enserio lo hizo. Creyó sin pensar en su omega, no existió instante para plantear la duda, o intriga de los sucedido. Su tenso y agotado cuerpo se elevaba por la adrenalina que se expandía por cada diminuto flujo sanguíneo, mientras el frío sudor que descansaba en su frente se detenía sobre el puente de la nariz para dejar un par de gotas chocar con sus labios abiertos.

Se puso de pie. Ni si quiera el diablo supo como, en cambio el ver a Harry en peligro le dio el suficiente valor para retar a la muerte, para dejar plasmada su inmortalidad. Lo dilatas y oscuras que era sus pupilas no tenían comparación, ni la peligrosa noche era tan oscura, mucho menos el extenso universo. No, sus pupilas eran cargadas de malicia.

Vino EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora