Vino Escarlata

Capitulo XXX

Vino Escarlata.

Arco II.

Capitulo 30.

[...]

No peleo contra ti, peleo por ti.

[...]

No se suponía que debía ser un mal día, y realmente no lo era, pero ,Louis , había comenzado con el pie equivocado esa mañana, comenzando con el llegar tarde a su primera reunió debido a problemas de siesta, tal vez sus amigos lo habían animado mucho días antes que ya ni pensaba dormir. Al finalizar se paseo entre los pasillos de su extensa mansión.

Optó por llegar a su oficina y darle un poco de orden. Debió de aceptar que en los últimos días no puso ni un pie en esta. Extraño, confuso, para tratarse de él. Si algo era característico de él, era el orden.  Detestaba ver las cosas regadas sin rumbo alguno, le causaba escalofríos que las personas descuidarán tanto su ambiente de trabajo.

No obstante ese día, era desafinado a su ser.  Totalmente perdido, después de todo,su celo jamás había sido del todo agradable. Posteriormente de la llegada de su omega, era extraño, al menos en esa ocasión. Quizás los cambios radicales de profundas emociones era el causante de tanta extrañeza en su organismo.

Y aún así, tenía la capacidad de disfrutar quizá un poco de todo ese dramatismo, entre la naturaleza de hacer un problema a partir de absolutamente todo y el gusto por la atención. Aún más si provenía de ,Harry.

Conformé las manecillas del reloj en la pared avanzaron, con el tiempo siendo lentamente arrastrado, los archivos en su escritorio se acumularon, en forma poco digna de él, estos servían únicamente como un lugar donde el caballero tamborileaba sus dedos mientras su mirada permanecía fija en la hora del almuerzo. Sus pensamientos volaban en dirección a escenarios que se volvían desde las más obscuras tragedias a fantasías tan buenas que rosaban en lo absurdo.

Con la vista desenfocada en cualquier punto que pudiera con la lava ardiente que destilaba por los poros cual balas de plata, fijo sus fanales sobre el calendario, específicamente en el 18 de Noviembre. 

Aquella fecha, tan insignificante y sin motivo para prestarle atención, era nada más y menos que el día en que él y su mejor amiga contraerían matrimonio.

El gélido recuerdo de aquella fecha, terminaba con su cordura, así que cuando el reloj finalmente marco su hora libre, se levantó a paso decidido en dirección a la sala de té, donde suponía que su prometido se encontraba.

En realidad, todo solía ser una catástrofe últimamente, entre hormonas y pensamientos intensivos, odio propio y dirigido hacia el mundo en general. No era nada personal, sólo aborrecía que la boda se apropiará de su cabeza.

No fue mucho más fácil estando parado frente a la puerta negra, su mano sostuvo unas varias de veces la perilla con determinación a abrirla, las mismas que retiro en un amargo arrepentimiento. Si bien necesitaba respuestas que le permitieran tomar acción para proteger a su amado omega, también la aterraba la idea de enterarse de lo peor y que no quedara ni un poco de esperanza. La balanza lo asfixiaba. 

Verlo aparecer sin avisar antes no era muy propio de él, pero ¿Harry, se quejaría de su presencia cuando disfrutaba tanto de su compañía? Claro que no. Sin más, tocó la puerta dos veces, con un intervalo de tiempo de cinco segundos entre cada toque.