Vino Escarlata.
Arco II.
Capitulo 36.
[...]
Él comienzo del mayor de los asesinatos; una sombra blanca.
[...]
Fiel sentimiento extinto que recae en el dolor del alma.
La mañana era aborrecida por el impecable frío que hacía aquel invierno que no lo dejaba pensar, que aún lo recuerda con claridad. No era otro más de entre tantos que se llegó a hundir por pensamientos que asechaba la poesía.
Recuerda perfectamente terminar el último verso de la canción de Neruda, al menos en su cabeza. Con ese punto final, que haría un principio infinito a la extinción de sus sentimientos.
Cada recuerdo, cada imagen, tan precisa y clara que arde en sus cicatrices que sangran. El sentimiento de sus impetuosos latidos golpetandole el pecho con violencia, con exigencia de respuestas. En su interior abre los ojo, y se percatada de lo frío que es. Neruda le dio la vida a este mundo irónicamente poético, enseñando la muerte a su humanidad.
El mentor de un alma desgarrada, estrujado, de un corazón hecho pedazos vueltos diminutos fragmentos. Precioso el sentir su mundo destrozarse, como una baratija reemplazable por aires de simpleza social.
Nubosidad persigue las dilatadas pupilas que son su única muestra de vida en él. La niebla genera rostros rotos, extraños, caídos. Es ahí donde encuentra afinidad en su sin fin de pensamientos. No tienes los ojos cerrados.
Y de lo relevante, él es uno más de ellos sumados en la penumbra, con las alas desgarradas, hechas añicos, cortadas por un simple juego de un titiritero.
Un sutil aroma a alcohol, analgésico, y antibióticos que podía descifrar sin problemas. Penetraban sus fosas nasales con rudeza, el minucioso goteo le aturdió los oídos, mientras que , a diferencia de la última vez, este sonido le parecía relajante, justo hasta que su cerebro lo acató con los recuerdos oscuros y tenebrosos de lo que daba ilusión a ser recuerdos vívidos.
La tarde era oscura y gélida, la oscuridad que los abrazaba era tétrica y demencial. Las ramas de los árboles golpeaban la ventana con brusquedad, causando ruidos espantosos. Estás mismas jugaban con la luz que había en la habitación, haciendo horribles figuras coloreadas de un negro intenso.
Sombras que hacen ilusiones, que se quedarían grabadas en su cabeza. Los vidrios de las ventanas estaban totalmente empañadas, cubiertas por una espesa capa de lo que parecía ser gotas de agua, lucía como si hubieran sido roseadas por un atomizador, y a su vez también como si hubiera sido pincelado con sumo cuidado.
Louis destetaba con cada suspiro ver cómo sus ojos se inundaban en lágrimas. Le recordaba la primera vez que lo vio con el corazón roto, dolorosamente asfixiante. Es ahí, que ve su gran fortaleza, aquella valentía que le da oxígeno para seguir adelante.
Ahora solo le hace sentir un hueco en el pecho, como si se le privara del oxígeno, percibiendo un nudo amargo alojado en su garganta, impidiéndole el siquiera hablar. Con el malestar en su cuerpo y el doloroso palpitar de su cabeza, se permite acercarse a Harry, abrazando su cuerpo, fuerte, con anhelo y miedo.
Aprieta su cuerpo con de él, para así sentir los latidos tranquilos de Harry, viendo con detalle que mantiene la boca abierta, dejando escapar leves ronquidos, soltando una corriente de aire pequeña y cálida. El pecho de Harry se contrae de una manera serena, sus latidos siendo extrañamente pacíficos, sintiéndolos en el pecho como si fueran propios, tan dulce que casi puede saborearlos.
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Vino Escarlata
FanficHarry Styles, omega, príncipe de las tinieblas. Louis Tomlinson, alfa, rey del fuego y el renacer. Un omega y un alfa en busca del más precioso imperio. 🥀🥀🥀 La muerte del jefe, la nota roja de los periódicos, la oportunidad de oro para las famili...