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Lua.

Seattle.

—Lu...

No permití que terminara de mencionar mi nombre, con la palma de mi mano completamente abierta le di una bofetada que le volteo el rostro.

—¿Qué demonios?—me miró confundido sosteniendo su mejilla.

—¿Cómo pudiste?—lo empuje con la suficiente fuerza para que diera un traspié.

—¿De qué hablas?—me miró pasar a su departamento.

—No te hagas el que no sabe, Jake.—lo señale furiosa con mi dedo índice— ¿Desde cuándo me has estado investigando?

Su rostro se llenó de comprensión por mi reciente arranque de ira, me miró en silencio probablemente sin saber que carajo inventar. Apreté los dientes y me acerque a él dando tres zancadas, con la uña de mi dedo toque su pecho.

—¿Desde cuándo?—gruñí.

—Desde después de la fiesta.—confensó con la voz tensa.

Lo mire esperando que todo fuera una maldita mentira pero no lo era, era la estúpida realidad y sus ojos no lo ocultaron.

—Que ingenua fui.—di un paso hacia atrás— No estabas ahí porque estuvieses preocupado por mí.

Dije refiriéndome a aquella vez del hospital.

—Lua...

—No te atrevas.—masculle— ¿Qué demonios es lo que quieres?

Silencio, un silencio matador.

—¿Por qué me estás investigando, Jake?—escupí cada palabra furiosa.

Se pasó las manos por las largas hebras oscuras de su cabellera.

—Estamos siguiendo una investigación hacia Gerard Lambert y al tú estar en esa fiesta te ha convertido en sospechosa.—la sola mención de mi progenitor hizo que todo en mi se revolviera.

—¿Sospechosa de que?—dije entredientes.

—De tener lazos delictivos con Lambert.

Lo mire sin creer que aquello acababa de salir de su boca. Estaba a un paso de descubrir toda la mentira que era mi vida, un paso en la dirección correcta y todos mis crímenes estarían al descubierto sin embargo Jake estaba muy equivocado, yo jamás tendría lazos delictivos con el hombre que sin culpa alguna asesino a mi madre.

—¿Crees que estoy involucrada con un hombre tan peligroso como él?—la voz me tembló ligeramente, no supe si de furia o de decepción.

Nuevamente hubo un silencio, un silencio que hizo que el pecho me doliera como si me acabarán de apuñalar.

—¿Lo dudas?

—Ciertamente hay cosas que me hacen dudar.

Uni mis labios en una fina línea y asentí ligeramente con mi cabeza.

—¿Qué cosas?—el corazón me latía con fuerza.

—Tu misterioso encuentro con él que desató un ataque, por ejemplo.

No supe que responder, mi cabeza no fue capaz de elaborar alguna mentira que me salvará. Me sentía acorralada.

—¿Qué escondes, Lua?—se fue acercando poco a poco a mí.

Apreté los dientes cuando los ojos me comenzaron a picar a causa de las lágrimas.

Quería gritarle que Lambert era mi padre pero eso solo me volvería aún más sospechosa de lo que ya era.

—Me utilizaste.—mi voz tembló— Confíe en ti como no había confiado en nadie más en mucho tiempo.

Decidí recurrir a las lágrimas para desviar su atención del pequeño acorrolamiento que me acababa de hacer, lágrimas que a mitad eran verdad y mitad eran fingidas.

Algo en su mirada cambio.

—Lua, yo...—parecía que verme llorar realmente lo afectaba.

—¿Fingiste todo este tiempo? ¿Las flores, las risas y los besos fueron parte de tu plan maestro?—dije en un hilo de voz permitiendo que las lágrimas se deslizaran por mis mejillas.

—Al principio si pero después... Después te conocí y...—apreté los ojos con fuerza cuando sus palabras fueron como un golpe en seco a mi corazón.

¿No estaba fingiendo?

Mis lágrimas eran reales al igual que el dolor en mi pecho, estaba herida, por primera vez en años me había abierto a otra persona, misma persona que ahora estaba afirmando que solo me había utilizado para su propio beneficio.

—¿Sabes?—lo mire sintiendo como todo lo que sentía dentro de mí se detenía dándole paso a la frialdad— Ya no te creo.

—No digas eso, por favor.—la voz le tembló ligeramente.

Le sostuve la mirada un par de segundos antes de sacudir mi cabeza dejando caer las últimas lágrimas para luego comenzar a caminar a la salida de su departamento. Sostuve la manija de la puerta y lo mire sobre mi hombro.

—No vuelvas a buscarme, Jake.

No espere respuesta de su parte, salí de su departamento con la cabeza y el pecho adolorido. Me tomo un par de segundos controlar las nuevas lágrimas en mis ojos que me pedían a gritos ser derramadas, elevé mi mentón y camine al ascensor que tardó otros cuantos segundos en llegar hasta el octavo piso, escuché como su puerta se abría mientras yo subía al ascensor.

—Lua.—parecía afligido mientras caminaba a paso rápido hacia mí.

Lo mire sin decir nada, lo mire fijamente con frialdad mientras las puertas del ascensor se terminaban de cerrar.

Criminal. ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora