Jake.
Seattle.
La forma en la que había coincidido con Lua no había sido la manera más correcta sin embargo, lo importante era que la había conocido. La mire mientras caminabamos por el parque, mire como con sus dedos retiraba los mechones de su castaño cabello que el viento movía y ponía en su rostro.
—¿Qué?—dijo frunciendo las cejas ligeramente y sonriendo.
—Nada.—sacudí la cabeza, sonriendo.
Sus ojos eran de un ligero color oscuro verde que por alguna razón en este momento se encontraban un tono un poco más claro dando un brillo a su mirada.
—Eres preciosa.—susurré sin pensarlo.
Me miró abriendo un poco más sus ojos mientras sus mejillas se ponían de un tono rosado.
—Gracias.—respondio mirando a otro lado.
Pocas veces Lua solía actuar con nerviosismo conmigo, lucía bastante tierna.
Un par de rayos iluminaron el ya oscuro cielo avisando que pronto caería una tormenta y a pesar de que todos parecían apresurados por marcharse yo me encontraba bastante tranquilo.
—Parece que pronto lloverá.—dije mirando el cielo.
—Si, eso parece.—dijo con su mirada también en el cielo— Me gusta la lluvia, me da mucha tranquilidad.
Baje mi mirada del cielo hacia ella que aún se encontraba mirando el cielo sin embargo cuando me miró mi mirada bajo a sus rosados labios que parecía que me pedían que los besara.
—No te dará tranquilidad cuando cojas un resfriado.—enarque una de mis cejas.
Sus ojos brillaron.
—¿A caso estás preocupadote por mí?—dijo con una sonrisa socarrona dejando atrás el nerviosismo.
—Por supuesto, ¿A quién molestaré si te enfermas?—solte una risita.
Pareciera que estaba por decir algo pero decidió callar.
—He pasado por cosas peores, un resfriado no es nada.—murmuró frotándose los brazos.
—¿Tienes frío?—hice una pregunta estúpida.
—No.—dijo de inmediato.
Detuve mi paso para quitarme la cazadora y dársela, miró la cazadora un momento antes de tomarla y ponérsela.
—Gracias.—volvimos a reanudar nuestra caminata.
Las primeras gotas de la lluvia cayeron haciendo que las personas a nuestro alrededor comenzarán a correr antes de que la lluvia iniciaría por completo.
—Creo que es momento de irnos.—dije cuando las gotas comenzaron a caer con mayor intensidad.
—¿Podemos quedarnos?—elevo la voz para que pudiera escucharla a través de la lluvia.
—¿Eso quieres?—cuestione algo sorprendido.
Su cabello perfectamente liso comenzó a mojarse y hacerse ondulado sin embargo eso no pareció importarle y a mí solo me pareció más bonita bajo la lluvia.
La mire directamente a los ojos, ese par de ojos que no habían podido salir de mi cabeza desde el momento en el que los miré, baje mi mirada a ese bonito lunar que tenía en su pómulo izquierdo y por último termine en sus labios que se encontraban entre abiertos dejando a la vista un poco de sus dientes frontales.
Quería besarla.
Quise hacerlo desde el momento en el que la ví en aquella fiesta.
Dios, deseaba besarla.
—Jake...—dijo en un susurró.
Elevé mi mirada de nuevo a sus ojos, me miraba con las pupilas dilatadas mismas que delataban sus deseos, quería lo mismo que yo.
Con mis dedos retire los cabellos pegados a su mentón para sujetar su mejillas dónde deje pequeñas caricias con mi dedo pulgar.
—Dios, Lua...—mire sus labios— Quiero besarte.
Sus fríos dedos se envolvieron alrededor de mi muñeca y solo por un instante creí que me alejaría.
—Hazlo.—su aliento era lo contrario a sus manos, su aliento era cálido.
La mire con rapidez a los ojos solo para asegurarme de que había escuchado bien, así era, cada parte de ella me pedía que la besara aquí y ahora, bajo la lluvia.
Con mi otra mano sujete su otra mejillas, acerque mi rostro al de ella rozando nuestras narices, cerré los ojos al rozar nuestros labios un segundo antes de besarla.
Maldición.
Besarla se sentía tan bien, se sentía como tocar el maldito cielo.
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Criminal. ©
ChickLit«Siempre fuimos como el sol y la luna, a pesar de ser diferente, juntos formabamos un perfecto eclipse» Lua Jeferson y Jake Longdon son de mundos muy distintos sin embargo eso no va a impedir que sus caminos se crucen y el amor fluya entre ellos aun...