Gerard.
Seattle.
Mi objetivo se había logrado, tenía a Sophie bajo las rejas de la cárcel que le iba a hacer pasar luego de que le contará la verdad de Lua y la mentira que era su vida.
Tenía dos opciones.
Odiar a Lua y unirse a mí o morir.
Iris prefería pasar directamente a la segunda opción pero sabía que la primera joderia tanto a Lua que podría tener la satisfacción de aquello.
La pequeña rubia estaba sentada en un rincón con sus rodillas rodeadas por sus brazos y su rostro mojado escondido entre ellas al igual que la mirada de miedo.
Se parecía a Esmeralda.
Lua y Sophie eran una copia exacta de lo que alguna vez fue mi antigua y difunta esposa que creyó que podía verme la cara y hacerme creer que sus hijas también eran mías.
—Parece una chica débil.—sentencio Iris a mi lado.— No creo que funcione para el negocio.
—Me encargaré de que funcione.—la mire de reojo.
—¿Cómo? Mírala, esa niña siempre ha vivido en un cuento de hadas.—se rio sacudiendo la cabeza— Creo que preferiría morir antes de hacer esto.
—Con el suficiente odio podrá matar hasta su propia hermana.—aseguré.
—¿Ese es tu plan?—dijo maravillada.
Asentí.
—Lua no será capaz de matar a Sophie.—sonrei mirando a la rubia.
—¿Crees que Sophie sea capaz?—dirigio su mirada hacia donde estaba la rubia.
—Si, haré que la odie tanto que no podrá razonar.—me cruce de brazos.— Tenemos dos horas antes de que deje que Lua nos encuentre.
Iris me sujeto de la mandíbula rozando sus uñas rojas por mis pómulos antes de besar mis labios mordiendo mi inferior.
—Estamos a un paso de terminar con la mierda de Esmeralda.—me miró fijamente.
A pesar de los años me seguía sorprendiendo la manera en la que Iris odiaba a su hermana y como ese odio brillaba en sus oscuros ojos tan distintos a los de Esmeralda.
—Es momento de encargarme de esto.—dije yendo a la entrada de la habitación.
Iris sonrió antes de que yo abriera la puerta para entrar a dónde se encontraba la rubia conservando el miedo en su mirada, se encogió en la esquina.
—Pequeña Sophie.—sus ojos encontraron los míos, sin embargo no dijo nada.— ¿Estás asustada?
Siguió mis movimientos con la mirada en silencio, tire de la silla de metal y me senté recargando mi brazo en la mesa.
—No temas.—baje mi mirada al rincón donde se encontraba— No te haré daño, estás aquí para saber la verdad.
—¿Qué verdad?—dijo con la voz ahogada.
—La verdad acerca de tu vida.—una sonrisa tiro de las comisuras de mis labios.
—¿Cómo podría usted saber eso?
—Oh pequeña.—solté una risita— Porque soy tu padre.
—No, imposible.—se puso de pie— Mi padre murió cuando yo era pequeña.
—¿De verdad?—me puse de pie.
—Si, eso fue lo que...—pareció que en ese momento algo encajo en su cabeza.
—Lo que dijo Lua ¿no?—trone la lengua— Debo admitir que es una gran mentirosa.
—No, no voy a permitir que hable así de mi hermana.—me señalo con su dedo índice.
—No estoy diciendo algo que no sepas ¿o si?—me cruce de brazos— Sabes que Lua te oculta cosas pero prefieres ignorarlo.
—Eso es mentira.—sacudió la cabeza.
—¿Realmente lo es?—intenté acercarme pero ella retrocedió— Deja de engañarte Sophie, sabes que es cierto y también quieres saber la verdad ¿no es así?
Bajo la mirada.
—¿Por dónde puedo comenzar?—camine al lado contrario.
—No quiero saber.—mintió.
—Por supuesto.—la mire sobre mi hombro— Comencemos por tu novio, ¿Caleb?
—Exnovio.—susurró.
—Como sea.—me gire hacia ella— ¿Sabías que trabaja para Lua?
Su mirada confundida me hizo reír.
—Claro que no sabías.—sacudí la cabeza— Caleb fue contratado para "protegerte" de mí aunque el peligro siempre estuvo a tu lado.
Sus labios temblaban.
—¿Sabes de dónde se conocen?—ella nego con la cabeza— Trabajaron juntos un par de veces.
—Eso no significa nada.—me dió la espalda.
—Eso crees ¿no?, Permíteme decirte en qué trabajaban juntos.—sentí un cosquilleo en las palmas de mis manos al captar de nuevo su atención— Caleb le cubrió la espalda más de una vez a Lua en uno de los tantos robos que ejecutó.
—¿Qué?—se giro hacia mí con los brazos cruzados— ¿A qué robos se refiere?
—Que ingenua eres Sophie.—meneé la cabeza— Lua es una criminal.
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Criminal. ©
ChickLit«Siempre fuimos como el sol y la luna, a pesar de ser diferente, juntos formabamos un perfecto eclipse» Lua Jeferson y Jake Longdon son de mundos muy distintos sin embargo eso no va a impedir que sus caminos se crucen y el amor fluya entre ellos aun...